Javier Moreno Montañés, Catedrático de Oftalmología de la Clínica Universidad de Navarra
El glaucoma, la enfermedad silenciosa
Es una de las patologías oculares más desconocida y, sin embargo, es la segunda causa de ceguera en el mundo. En Navarra más de 13.000 personas podrían estar afectadas. El glaucoma es la segunda causa de ceguera y afecta a más de 61 millones de personas en todo el mundo, de las que 7 millones han perdido ya completamente la visión. En España, el número de afectados se acerca al millón de personas; en Navarra, alrededor de 13.000. Según datos de la "World Glaucoma Association", se espera que en el año 2020 la cifra de personas afectadas a nivel mundial por esta patología se acerque a los 80 millones. De ellas, dos terceras partes serán mujeres.
Se trata de una enfermedad silenciosa en la que el nervio óptico se va dañando sin que el enfermo apenas note ningún síntoma. Esta ausencia de sintomatología es probablemente el principal problema contra el que hay que luchar. Por esta razón, la principal recomendación es insistir en el diagnóstico precoz con una prueba tan sencilla como tomarse la presión ocular, que puede evitar hasta el 95 por ciento de los casos de pérdida de visión. Esta semana se celebra "la semana mundial del glaucoma" organizada por la World Glaucoma Association, con el lema "Beat Invisible Glaucoma". Con este motivo se están celebrando conferencias y otras actividades para sensibilizar a la población sobre la importancia de esta enfermedad.
El desconocimiento de lo que puede conllevar esta enfermedad la hace aún si cabe más peligrosa, ya que cuando avanza el daño producido es irreversible, y puede desembocar en una ceguera. Por eso al glaucoma se le llama "el ladrón sigiloso de la visión". Nadie morirá de glaucoma, pero no por ello deja de ser un problema de salud grave, porque es una enfermedad crónica e incurable. Una vez diagnosticada la enfermedad, el tratamiento médico o quirúrgico puede frenar casi completamente el daño del nervio, por lo que el peligro mayor de esta enfermedad es desconocerla, no valorarla, o no explorarse la tensión ocular a partir de los 40 años.
La presión ocular elevada, puede desencadenar una serie de procesos que acaban en una muerte acelerada de las células nerviosas. Se puede comparar al nervio óptico con un cable que transmite las imágenes del ojo al cerebro. En el interior de un cable hay muchos filamentos de cobre que transmiten electricidad. Por eso la medición del número de esos "cables" o células nerviosas del nervio óptico proporciona una información muy valiosa de la transmisión del campo periférico hacia la retina. Es como si los hilos de cobre dentro del cable se fueran cortando sin que el cable se seccione totalmente. Cuando el daño del nervio óptico aparece, se producen escotomas o zonas con visión reducida o sin visión. A veces, el enfermo acude al oftalmólogo porque nota una visión reducida, porque su campo de visión ya no "es lo que era". Recuerdo un paciente que venía a consulta porque jugando al tenis notaba que, a veces, si venía la bola de un lado no la veía llegar.
Factores de riesgo y nuevas alternativas terapéuticas
Los factores de riesgos de esta patología son tener la presión intraocular elevada, la alta miopía, la edad y los antecedentes familiares. Actualmente podemos también evaluar los marcadores genéticos que indican la posible presencia de glaucoma en una familia, o la rapidez de la progresión de la enfermedad.
Sin embargo, también existen informaciones esperanzadoras, ya que hoy día existen técnicas exploratorias muy avanzadas capaces de detectar la enfermedad en fases muy iniciales como el OCT. Cuanto antes se realice el diagnóstico y el tratamiento del glaucoma, mejor será el pronóstico a largo plazo de esta enfermedad. Asimismo hay una amplia variedad de tratamientos que evitan que el daño del nervio progrese más y, de esta forma, previenen una mayor pérdida de la visión. La investigación y los ensayos clínicos que se están realizando actualmente han proporcionado nuevos fármacos y técnicas quirúrgicas que ofrecen así bastantes más alternativas terapéuticas.
En resumen, la atrofia del nervio óptico que produce el glaucoma es irreversible y, si no se trata, llevará a la ceguera. Cuando se diagnostica la enfermedad a muchos pacientes les invade un sentimiento de desconocimiento e impotencia. Sin embargo, hacer las revisiones periódicas y seguir el tratamiento médico prescrito frena el avance de esta enfermedad. Lo primero es revisarse periódicamente la presión intraocular y realizarse revisiones oftalmológicas a partir de los 40 años ó antes si se tiene alguno de los factores de riesgo anteriormente descritos. La visión es lo suficiente importante en la vida de cada persona como para dedicarle un poco de tiempo para saber si algo silencioso nos la está robando.