Miguel López Remiro, Director del Museo Universidad de Navarra
Arquitectura y entorno
Siempre he pensado que la arquitectura es, en primer lugar, un tipo de filosofía, un tipo de saber práctico sobre el habitar. El diseño en arquitectura no es un diseño estéril y ajeno al usuario. Requiere, por el contrario, de la comprensión del orden vital y de uso del mismo.
Si Frank Lloyd Wright se autodefinió como un 'anti-intelectualista' en el año 1957 fue precisamente porque entendía que la arquitectura no podía ser pura forma: tenía que ser una reflexión actual y democrática del diseño.
Rafael Moneo, gran merecedor del Premio a las Artes Príncipe de Asturias 2012, incorpora un elemento nuevo con respecto a la arquitectura de la modernidad. Todas sus obras son un 'statement creativo', una declaración de respeto por el orden y uso de lo diseñado y un magisterio de convivencia con el entorno de sus obras; un entorno definido por él mismo como 'el cañamazo', la 'urdimbre' el 'frame' de la obra realizada. Además, este concepto de entorno lo eleva desde una dimensión estrictamente física a una dimensión que incluye el tiempo. Como él mismo ha manifestado, toda obra se inscribe en el tiempo: "la obra de arquitectura se produce en el texto inacabado, que es la ciudad".
Su arquitectura emana un reclamo por el problema real que el edificio tiene que resolver, dialogando con lo existente y proyectándolo hacia el futuro. Su obra no cae en la evocación de ella misma sino que se presenta como elementos de convivencia y de transformación. Sus proyectos tienen como misión resolver problemas específicos; no trata de imponer una imagen o una presencia, sino que están dirigidos a una mirada atenta y están generados desde una creatividad genuina capaz de congregar lo inesperado a través del diseño.
Su aportación al museo
Es singular el interés que Rafael Moneo ha desarrollado por los edificios de cultura, entre los que se incluyen el Museo Universidad de Navarra, actualmente en construcción. Su trabajo es amplio en este ámbito, constante durante toda su carrera y con una repercusión internacional de primer orden. Proyectos como el de la Fundación Miró en Mallorca, el Davis Museum, el Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo, Kursaal de San Sebastián, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid o la ampliación del Museo del Prado son magníficos ejemplos de una arquitectura dedicada a ensalzar las artes desde una arquitectura excepcional y exquisita.
El Museo Universidad de Navarra es su más reciente proyecto en este campo y reúne toda una tesis personal de su visión de la arquitectura en un contexto universitario. Ubicado en la parte norte del campus de la Universidad de Navarra, la zona más próxima a Pamplona, el edificio se establece como un puente con la ciudad. El museo presenta un diálogo con el entorno del campus, con su historia y con su futuro, incorporando el ajardinamiento que ha caracterizado este lugar desde su fundación, pasando por su diálogo con los edificios más próximos de Carvajal y Vicens y con el 'skyline' de Pamplona, y proyectando una visión urbanística de un campus que se acerca a la ciudad.
Descrito por él mismo como 'su edificio más abstracto' el Museo Universidad de Navarra es un homenaje a la Colección de María Josefa Huarte, donada a esta Universidad. En su definición, Rafael Moneo ha establecido un espacio perfecto también para otra parte importante de la Colección del Museo, su excelente fondo fotográfico, así como para las actividades que albergará, caracterizadas por la investigación práctica del arte. Moneo apuesta, en contraposición al paradigma de museo que trata de imponer la visita, por un espacio libre al visitante, convirtiendo el museo como si fuera una plaza, un ágora.
Su proyecto Museo Universidad de Navarra vuelve a demostrar la visión de una arquitectura que marca una época, una arquitectura que investiga sobre el lenguaje de la construcción, sobre la ciudad y el entorno, sobre la comunicación, sobre la belleza y sobre el significado de los signos creados por otros, reafirmando la posibilidad de que la arquitectura, como el arte, sea un lugar de encuentro y de experiencia viva.