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Mariano González Presencio, Profesor de la Escuela de Arquitectura , Universidad de Navarra

En la muerte de Oscar Niemeyer

lun, 10 dic 2012 09:04:21 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Ha fallecido Oscar Ribeiro de Almeida de Niemeyer Soares, Oscar Niemeyer, tan sólo diez días antes de alcanzar la extraordinaria cifra de los ciento cinco años de edad. Con él desaparece el último de los gigantes de la arquitectura moderna, un maestro indudable cuya extraordinaria longevidad parecía haberle proporcionado la inmortalidad en vida.

Había nacido en 1907 en Río de Janeiro y su biografía trasciende la de un brillante arquitecto para ser la de una personalidad legendaria capaz de encarnar el espíritu de todo un país. Efectivamente, resulta muy difícil comprender la complejidad de la joven república brasileña sin la figura de Niemeyer. La sensualidad de su arquitectura, su presencia en los episodios más relevantes de la construcción del estado, su tenaz militancia comunista e incluso su reputación de eterno seductor le convirtieron en un destilado de lo que Brasil significa para el mundo.

Su trayectoria primera se liga inevitablemente a la figura del arquitecto y urbanista Lucio Costa y a la del político Juscelino Kubischek. El primero le admitió como joven colaborador nada más terminar sus estudios y el entonces alcalde de Belo Horizonte, le dio su primera oportunidad al encargarle –avalado por Costa- el proyecto de una iglesia y un casino a orillas del Lago de Pampulha. En la construcción de este barrio en la periferia de la nueva capital de Minas Gerais, se darían cita no sólo el joven arquitecto y el prometedor político, sino que también se harían presentes otras figuras indispensables de la modernidad brasileña como el pintor Cándido Portinari, el escultor Alfredo Ceschiatti o el arquitecto y paisajista Roberto Burle Marx..

También Costa y Kubischek –JK como ya era entonces popularmente conocido- volverían a estar presentes en lo que sería la obra que, por encima de todas, le haría conocido en el mundo entero y le convertiría en un auténtico símbolo de Brasil, la construcción de la nueva capital de Brasilia. Diseñada en los años sesenta por Lucio Costa, con JK ya como presidente federal, Brasilia es un punto de inflexión no sólo para el país sino para la propia modernidad por lo que tiene de realización de la utopía urbana moderna. Y en ella, sobre todo en su corazón administrativo, la Plaza de los Tres Poderes, la brillante arquitectura de Niemeyer escribirá una de las más bellas páginas de la monumentalidad contemporánea.

La llegada de la dictadura en 1964 significó una nueva etapa para la vida profesional del arquitecto brasileño; su exilio forzoso hizo que su obra, desde su oficina en los parisinos Campos Elíseos, alcanzara dimensión internacional. Con la caída de la dictadura en los ochenta, Niemeyer volvería a Brasil, convertido en una estrella internacional y en un símbolo, e iniciaría una tercera etapa profesional todavía más fructífera con obras imprescindibles como el impresionante Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi (1996).

Su obra más grande en Europa, probablemente su última obra importante, la realizaría precisamente en España, en Avilés, un complejo conocido como Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer; un diseño regalado por el arquitecto a la Fundación Príncipe de Asturias, que le había otorgado el prestigioso galardón en 1989, con motivo de los veinticinco años de la institución de los premios. Las vicisitudes de gestión que ha atravesado el Centro Niemeyer recientemente y el hecho de que se haya convertido en desgraciado símbolo de una etapa de despilfarro institucional, o incluso la realidad de que el proyecto de Niemeyer no acabara siendo tan original como hubiéramos deseado, no pueden evitar que allí en Avilés, casi como en Brasil, la sensualidad de su virtuosa arquitectura envuelva al visitante y permita sentir la magia de este "poeta de la curva" o "escultor de espacios" según le denominó Vinicius de Morais en la canción que compuso para él.