Mariano Juan Crespo Sesmero,, Investigador del proyecto 'Ley natural y racionalidad práctica' del Instituto Cultura y Sociedad
Sobre la ansiedad
A primera vista, puede parecer que la ansiedad es un fenómeno meramente psicológico, una patología de la psique humana. Sin embargo, no es así. La ansiedad tiene una profunda relevancia filosófica, cuya puesta de relieve ha de partir de una aclaración terminológica. "Ansiedad" es una de las traducciones posibles del término alemán Angst. Este se ha solido traducir al castellano como angustia, pero quizá lo más correcto sería hablar de ansia.
En cualquier caso, el ansia es un concepto que se suele poner en relación con los pensamientos de Soren Kierkegaard (1913-1855) y Martin Heidegger (1889-1976), los cuales, a su vez, han ejercido una gran influencia en pensadores a los que se suele etiquetar como "existencialistas". Tanto en un autor como en el otro, el ansia no tiene un carácter teórico, sino afectivo que, al mismo tiempo, revela algo sumamente importante acerca del ser humano. Para el primero de estos autores, el ansia despierta en el hombre la posibilidad de la libertad. Para Heidegger, se trata de una disposición afectiva que desempeña una función metodológica fundamental en su analítica existencial. Su examen del ansia toma como punto de partida sus análisis acerca de lo que denomina la caída, a saber, la absorción en el "se" y en el mundo del que nos ocupamos. Esto muestra una suerte de huida del Dasein (ser-ahí) ante sí mismo. El ansia va, precisamente, a permitir que este sea llevado ante sí mismo. Pero ¿ante qué sentimos ansia? No sentimos ansia ante un objeto del mundo que se nos presenta como amenazante. Eso sucede en el miedo. Lo que nos desazona en el ansia no está en ninguna parte, pero, como sostiene Heidegger, "está tan cerca que oprime y le corta a uno el aliento". Sentimos ansia, más bien, ante nuestro estar-en-el-mundo en cuanto tal. Lo que el ansia, en definitiva, hace posible es traer "al Dasein de vuelta de su cadente absorberse en el mundo" del que se ocupa y en el anonimato del ser abriendo el mundo en cuanto mundo.
Sea de una u otra forma, el análisis filosófico del ansia muestra un hecho al cual la filosofía ha prestado a lo largo de la historia, con más o menos intensidad, una especial atención. Me refiero a la constatación de que la afectividad, y no exclusivamente el conocimiento teórico, revelan elementos centrales de la persona humana. Hay experiencias afectivas que revelan más que otras la profundidad o interioridad de la persona, aquello que ellas son.