Javier Tourón, Past President del European Council for High Ability, Catedrático de la Universidad de Navarra
El bachillerato de excelencia: ¿igualdad o equidad?
El sistema educativo español tiene serios problemas, como vienen reflejando los resultados de los estudios internacionales en los que participamos, particularmente PISA. Nuestros resultados medios son bastante bajos, pero no solo eso sino que, a pesar de que nos quieren convencer de que el sistema es equitativo dado que la varianza de los resultados es pequeña (es decir que estamos mal, pero todos), el porcentaje de alumnos en los niveles inferiores de rendimiento está en torno al 25% (en Finlandia en torno al 6%), mientras la tasa de repetidores y de alumnos que abandonan ronda cifras inaguantables para cualquier país moderno que verá, a este tenor, seriamente comprometido su futuro.
Pero hay más. Solo en torno al 3-5% de nuestros alumnos se sitúan en los niveles 5 y 6 de PISA, los más altos y que reflejan mayor nivel de competencia de los escolares. Por tener una referencia, en Finlandia están en torno al 25% de sus alumnos.
Es un hecho universalmente probado que todo talento que no se cultiva corre serio peligro de perderse. También lo es que los alumnos con más capacidad necesitan de ayudas específicas para hacer que su potencial florezca. No es cierto, por mucho que se insista, que estos alumnos no necesitan ayudas específicas para hacer efectiva su capacidad Al igual que los deportistas destacados necesitan de los centros de alto rendimiento. Y los jugadores de futbol buenos entrenadores. Y los músicos destacados miles de horas de ensayo y enseñanza altamente cualificada, los escolares más capaces necesitan unan enseñanza con un nivel de reto y estímulo que rara vez obtienen en las escuelas.
¿Son todos los alumnos iguales en cuanto a su motivación, capacidad y necesidades educativas? No. ¿Es el objetivo del sistema educativo promover la igualdad de los escolares? Desde luego que no.
Es más, el sistema educativo en la ley orgánica que lo regula señala claramente (art. 2.1ª) el compromiso de orientarse a la consecución del pleno desarrollo del potencial de los alumnos: personal, social, intelectual…, y a la necesidad de identificar tempranamente las necesidades de los alumnos más capaces (art. 76 y 77).
Todos los alumnos tienen derecho a una educación de calidad, pero no a la misma educación. Simplemente porque la radical igualdad de todas las personas lleva necesariamente implícita unas necesidades claramente diversas. Y ofrecer a cada alumno lo que necesita es lo que se relaciona verdaderamente con la equidad. Dar a todos los alumnos lo mismo solo tiende al igualitarismo masificador.
Atender al principio de igualdad de oportunidades es, por tanto, dar a cada alumno la educación que necesita. No dar a todos la misma educación.
Es difícil entender el tipo de razonamientos llevan a tildar estas medidas de segregadoras o de elitistas, etc. Si quienes esto dicen tuviesen hijos en estas condiciones ¿les negarían la mejor educación posible?; ¿cuál es el impacto en el desarrollo social que a medio y largo plazo puede tener un sistema educativo orientado al alumno medio? Y, por último ¿cómo es posible que todavía estemos en estas cuando otros países mucho más avanzados en educación que nosotros tienen centros de este tipo para sus alumnos desde hace lustros?