Dr. José Luis Lanciego, Doctor en Medicina y Cirugía y director del Laboratorio de Neuroanatomía de Ganglios Basales del CIMA de la Universidad de Navarra
Una enfermedad rara podría detener el párkinson
El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a unos 150.000 españoles, cerca de 2.400 navarros. Se calcula que un 2% de las personas mayores de 65 años la sufren. Esta patología se produce por la muerte progresiva de neuronas dopaminérgicas. células del cerebro encargadas de la función motora del organismo. En un momento determinado, y por causas aún desconocidas, en estas neuronas comienza a acumularse y a funcionar mal una proteína llamada alfa-sinucleína, causa última aparente de la muerte de dichas neuronas.
En los últimos 20 años la investigación en párkinson ha puesto el foco en tratar de paliar los efectos de la enfermedad o ralentizar su progresión. Estos esfuerzos, más o menos eficaces, buscaban mejorar la calidad de vida del enfermo. Ninguna hipótesis planteaba posibles atisbos de tratamiento curativo… hasta ahora.
Desde hace un año la comunidad científica está expectante ante la demostración de la existencia de un vínculo directo entre una mutación genética y una mayor predisposición a padecer párkinson. Se trata de la mutación del gen GBA1 causante de la enfermedad de Gaucher, una enfermedad genética rara, de herencia autosómica recesiva, esto es, que la padecerán aquellos individuos que hereden este gen mutado de ambos progenitores. No obstante, se considera que 1 de cada 200 personas son portadoras de esta mutación. En concreto, según el Registro Nacional de Pacientes (año 2013), en España hay 373 afectados y 1.400 familiares portadores, pertenecientes a 273 familias.
De entre las enfermedades raras, la de Gaucher es la más frecuente dentro de las conocidas como “enfermedades de almacenamiento lisosómico”. Los lisosomas son una parte de las células encargados de la digestión celular. Su almacenamiento se debe a un trastorno genético que causa la deficiencia o falta de alguna enzima. En la enfermedad de Gaucher la mutación del gen GBA1, encargado de codificar la enzima lisosómica GCasa, provoca el acúmulo de una sustancia (glucocerebrósido) cuya correcta degradación es importante para el sistema nervioso central y periférico, siendo el responsable último de las manifestaciones clínicas de la patología.
En 1939 se publicó el primer caso de un paciente con Gaucher que presentaba síntomas parkinsonianos. Desde entonces se ha informado de varios casos individuales similares que pasaron desapercibidos hasta 1996. Entonces se publicó un estudio sobre 6 pacientes con Gaucher en los cuales se observaron típicos síntomas parkinsonianos como temblor de reposo, rigidez y lentitud de movimientos. Esta investigación sí tuvo mayor repercusión y motivó la realización de otro estudio multicéntrico con miles de pacientes en diferentes hospitales de Estados Unidos buscando mutaciones del gen causante de Gaucher. Los resultados de este y otros estudios que iban en la misma línea, publicados a partir del año 2006, demostraron que la presencia del gen GBA1 mutado era el principal factor de predisposición a padecer párkinson y otras patologías relacionadas como la demencia con cuerpos de Lewy. En otras palabras, por primera vez se demostró la existencia de un vínculo directo entre una enfermedad rara (Gaucher) y una enfermedad neurodegenerativa.
Aunque no todos los pacientes con Gaucher ni todos los portadores del gen mutado desarrollan la enfermedad de Parkinson, se calcula que la afección de esta enfermedad rara aumenta entre 20 y 30 veces el riesgo de padecer párkinson (cerca de un 10% de los pacientes parkinsonianos la presentan). También, el 25% de los pacientes con Gaucher tienen un familiar de primer grado diagnosticado de párkinson.
A fecha de hoy se considera que la mutación en el gen GBA1, al provocar la pérdida de la función de la enzima GCasa, conlleva una mayor agregación de alfa-sinucleína y, por tanto, una mayor muerte neuronal. Estos datos han motivado un gran interés de la Fundación Michael J. Fox –referente en la promoción de la investigación de esta enfermedad– y de diferentes compañías farmacéuticas y biotecnológicas que apuestan por diseñar mecanismos que incrementen o activen la función de esta enzima y revertir los efectos de la acumulación de alfa-sinucleína, es decir, impedir que mueran las células del cerebro que causan párkinson. De hecho, compañías como Sanofi-Genzyme ya tiene en marcha ensayos clínicos en fase II con este objetivo y otras farmacéuticas comenzarán en breve a probar estrategias similares en pacientes parkinsonianos.
En resumen, nos encontramos en el umbral de una nueva generación de tratamientos del Parkinson que, por primera vez, se dirigen a tratar de frenar la progresión de la enfermedad hasta el punto de que se podría conseguir detener dicha progresión en el futuro. En nuestro laboratorio del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra estamos trabajando intensamente en esta dirección, contando tanto con nuestros propios recursos como con el contacto directo con varias compañías farmacéuticas europeas y norteamericanas que comparten nuestra esperanza en el diseño de estos nuevos tratamientos, los cuales esperamos que sean una realidad terapéutica que no tarde mucho en poder aplicarse.