María de Ujue Moreno Zulategui, Investigadora del CIMA de la Universidad de Navarra y del CIBERCV y mentora del Programa Women for Science and Technology
Mujer y ciencia: un reto ineludible para toda la sociedad
Como cada año, el 11 de febrero se celebra el Día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha promovida por la ONU para compartirlos logros de las mujeres en la ciencia y la tecnología y concienciar a nuestra sociedad de que aún podemos hacer mucho más.
Al contrario que en siglos pasados, hoy en día no hay duda de que las mujeres, por nuestras capacidades, estamos perfectamente dotadas para las ciencias o la ingeniería. No es de extrañar que sea así: las mujeres somos muy observadoras, tenemos gran capacidad de relacionar conceptos e ideas, vemos más allá de lo que es evidente, somos eficientes en la gestión de recursos, poseemos una gran capacidad de imaginar opciones novedosas; también somos prácticas, tendemos a buscar soluciones a los problemas -especialmente si afectan a otras personas- y somos buenas formando equipos y transmitiendo conocimientos. Sin embargo, las estadísticas indican que, a pesar de que hemos avanzado mucho y cada vez más mujeres jóvenes estudian disciplinas científicas, solo una cuarta parte de los investigadores son mujeres. ¿Por qué sigue existiendo este desequilibrio?
Las causas son diversas y complejas. Está claro que queda mucho por avanzar. Más aún en los países en vías de desarrollo, donde todavía no existe una escolarización igual de niños y niñas y en la mayoría de los casos ellas carecen de referentes que despierten su vocación científica. No obstante, aunque esa realidad nos resulte lejana, vale la pena preguntarse si aquí, en occidente, animamos por igual a un niño y a una niña para ser, por ejemplo, astronauta. O si llevados por estereotipos y prejuicios más o menos soterrados, pensamos que estará más preparado por el mero hecho de ser niño.
Más adelante, durante los estudios y los primeros años de vida laboral, existen datos que demuestran que no se valora igualmente la iniciativa y los logros de un hombre respecto a los de una mujer: si un hombre brilla, se le admira; si una mujer destaca, se le buscan fallos y se le aprecia menos; a los hombres se les contrata por su potencial, a las mujeres, por sus logros.
En el caso de las científicas –y de las profesionales en general- además, resulta frecuente que se vean en la tesitura de tener que elegir entre una carrera o una familia, pues la conciliación laboral representa otra asignatura pendiente en nuestra sociedad. Entre ellas, las que con gran esfuerzo eligen contribuir con una familia y una carrera profesional, lejos de sentirse apoyadas y valoradas, a menudo sufren angustia por sentir que descuidan ambas facetas. Asimismo, la inestabilidad laboral -por la falta de estructuras y recursos que faciliten carreras científicas a largo plazo- hace que las mujeres decidan apoyar a sus parejas en el desarrollo de sus carreras, relegándose ellas a papeles secundarios. En esta descripción del panorama laboral, no debe faltar la autocrítica, ya que en muchas ocasiones las propias mujeres deberíamos mejorar el trato entre nosotras (por ejemplo, tanto mujeres como hombres tienden a interrumpir más y reconocer menos los logros de las compañeras que de los compañeros).
¿Cómo contribuir a cambiar este panorama? Las soluciones deben venir de la sociedad en su conjunto, partiendo del núcleo que constituye la familia -donde independientemente de que sea niño o niña no se pongan limitaciones a la diversidad vocacional por cuestiones culturales o sociales-, siguiendo por los gobiernos –a quienes compete elaborar planes de desarrollo científico sólidos que promuevan la igualdad-; y por la propia ciencia, que puede aportar información sobre pautas que faciliten un cambio en las actitudes (por ejemplo: si los miembros de un equipo son conscientes del trato diferente hacia hombres y mujeres, se pueden establecer estrategias para identificar las desigualdades y corregirlas). Es labor de todos promover la educación por la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida, no solo los profesionales.
Las nuevas tecnologías también pueden aportar mucho, ya que van a favorecer el trabajo colaborativo y no presencial, herramienta muy valiosa para la conciliación. Con las nuevas tecnologías, además, es más sencillo visibilizar el trabajo de las científicas y hacer llegar sus ejemplos y carreras a las futuras tecnólogas.
Este día internacional, finalmente, no representa sino una nueva oportunidad para que las niñas no tengan duda de las grandes capacidades que poseen (al igual que los niños) y lo maravilloso que es discurrir, inventar y descubrir, sabiendo que la sociedad valora y promueve sin fisuras la participación de la mujer en la ciencia y la tecnología.