Gerardo Castillo Ceballos, Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
La agonía del civismo
La agonía es el estado de sufrimiento que experimenta una persona muy enferma cuando se aproxima la muerte. Se la ha considerado como la última fase de la vida. Tiene, además, otro significado: lucha y combate (entre la vida y la muerte), que es al que se refiere este artículo.
El civismo es “adhesión incondicional no al Estado, sino al bien común; de ahí que uno de los deberes cívicos sea oponerse a las medidas políticas que se estimen perjudiciales al mismo”. (Restituto Sierra Bravo, 1997). Comprende un conjunto de valores y deberes propios del ciudadano responsable. Actualmente atraviesa una fuerte crisis que, en algunos países, es agónica. Eso es preocupante, porque se trata de una dimensión básica de la educación que se debe inculcar a todos los seres humanos desde las primeras edades en la familia y en la escuela.
Raro es el día en el que los medios de comunicación de nuestro país no transmiten noticias sobre comportamientos de incivismo, protagonizados principalmente por adolescentes y jóvenes. Quizá lo más preocupante es la tolerancia social de esos comportamientos y el acostumbramiento a ellos.
En mi opinión el problema tiene diferentes causas. Una de ellas es la sociedad individualista, permisiva y consumista, que surgió tras la llegada del posmodernismo, restando valor a la razón y a la voluntad para dárselo al deseo. La actitud individualista afectó también a la familia, que en muchos casos perdió su carácter unitario y solidario.
En las culturas antiguas quien introducía a los hijos en la sociedad era la tribu entera (padres, abuelos, tíos, hermanos mayores), mientras que actualmente lo hacen solo los padres, y no todos ni siempre. Mucho peor todavía es dar a los hijos malos ejemplos, como se ve en la siguiente noticia: “En el partido entre el Diocesanos y el Boscos de Ávila con niños de 7 años, los padres del equipo perdedor saltaron al campo para agredir al árbitro y a los demás padres. Los jugadores, muy asustados, rompieron a llorar”. (14- 5- 2018)
Una viñeta cómica de Ferrán se refiere a ese problema. Un padre entra en una instalación deportiva acompañando de dos hijos pequeños y se encuentran con un aviso: “Prohibida la violencia física y verbal en el recinto.
-¿Es una prohibición para los jugadores?, pregunta el padre.
-No, es para los padres, responde uno de los hijos”.
Una segunda causa del problema es considerar la preparación para la vida cívica como una asignatura más, olvidando que no se basa en contenidos sino en valores: lealtad, veracidad, solidaridad, altruismo, responsabilidad, etc. Estos valores se adquieren a lo largo del proceso de socialización realizando actividades en situaciones propicias. Por ejemplo, la misma situación de acompañar a los hijos pequeños a jugar un partido de fútbol puede ser una excelente oportunidad para estimular en ellos actitudes cívicas por medio del buen ejemplo paterno: autocontrol, respeto, cordialidad, etc.
El aprendizaje del civismo debe ser de tipo participativo, basado en la actividad del alumno y en un contexto que permita su ejercicio.
Algunas noticias de prensa mencionan la única supuesta solución que se le está dando al incivismo desde las instituciones: ordenanzas municipales que establecen sanciones económicas para cada comportamiento, previa denuncia de la policía municipal. Pero esa medida, por sí sola, está resultando poco eficaz y, además no sirve para despertar actitudes positivas hacia el civismo. Por ejemplo, esta noticia: “Mano dura de la Guardia Urbana de Reus. Hacer botellón y orinar en la calle, los actos incívicos más sancionados”. (3-10-2019). Para el profesor de Antropología Social Javier Campos, el civismo sólo tiene sentido cuando es libremente asumido; es un conjunto de actitudes que se proponen y aprenden, no que se imponen.
El aprendizaje del civismo requiere, sobre todo, la implicación y colaboración de los ciudadanos, tal como lo expresa esta noticia:
“Los desperfectos por actos vandálicos ocasionan al Ayuntamiento de Logroño un gasto extra de más de 500.000 euros. Desperfectos en parques y jardines, limpieza de grafitis en las paredes y mobiliario urbano y limpieza de las zonas donde se realiza el botellón, así como la ruptura de contenedores. Se ha pedido que todos los ciudadanos se involucren en la resolución del problema” (20-2-2018).
Las conductas incívicas son evitables con medidas preventivas de tipo educativo. La conducta cívica no se desarrolla simplemente con la instrucción; requiere principalmente interiorización de valores sociales y virtudes cívicas desde edades tempranas, siguiendo un plan de formación cívica, que es un aspecto de la formación moral. La formación cívica en la familia se apoya sobre todo en el ejemplo de los padres, que deben ser ciudadanos ejemplares.