12/05/2021
Publicado en
Diario de Navarra
Mercedes Pérez Diez del Corral |
Decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra
Hoy 12 de mayo se conmemora, un año más, el día internacional de la Enfermería. Es difícil decir algo sin tratar sobre el impacto que sigue teniendo en nuestra profesión la pandemia que asola el mundo.
A lo largo de los últimos meses, el coronavirus ha sacado a la luz la indiscutible necesidad de las enfermeras. Ante la crisis sanitaria, los estados han levantado las restricciones a la práctica, las enfermeras están yendo más allá de sus funciones habituales para cubrir las carencias asistenciales. Incluso las noticias y los medios de comunicación han puesto de relieve nuestro trabajo, liderazgo y sacrificio durante este tiempo. El mundo nos está mirando. No sé si lo hace por primera vez, o si nos mira de otra manera. Sea como fuere, esta nueva coyuntura me anima a compartir una reflexión.
Me muevo en el mundo académico, y con frecuencia percibo que aún existe, en el ámbito asistencial, -no así en el académico- una marcada diferencia de reconocimiento y aprecio entre las diferentes disciplinas que componen los equipos de salud. La farmacia, la enfermería, la medicina, la psicología, son las disciplinas que, en el mundo asistencial moderno, constituyen estos equipos. Y me pregunto, ¿es más valiosa, necesaria, importante una aportación que otra? Tras pensarlo, no consigo más que reafirmarme en la idea del valor insustituible que tiene cada una de ellas. Entonces, ¿por qué esta diferencia en el mundo asistencial?
Precisamente la pandemia ha puesto en valor, para muchos, los cuidados que proporciona una enfermera. Un paciente con una enfermedad diagnosticada como es el Covid, - ante la cual contamos con poca o ninguna batería farmacológica para su curación- encuentra en la enfermera su tabla de salvación. Porque los cuidados salvan vidas. Y aquellos que los profesionales de enfermería proporcionan a sus pacientes, están basados en la evidencia científica, en su experiencia profesional y en una continua puesta al día en ciencia e investigación, que aumenta el cuerpo de conocimiento de la disciplina y pasa a formar parte de la práctica diaria de los profesionales.
Esos cuidados abarcan todo lo que constituye la individualidad de cada paciente: su cuerpo, su dimensión afectiva, espiritual, familiar, social…. Tienen un valor insustituible y suponen la aportación que hace la enfermera al paciente, como parte del equipo de salud. Las personas que necesitan ser cuidadas, lo comprueban a diario.
En una fecha señalada como la de hoy, 12 de mayo, con la mirada del mundo puesta en la enfermería, me atrevo a pedir que lo logrado en esta crisis sanitaria a nivel de liderazgo, trabajo en equipo y reconocimiento se mantenga. Así la enfermería en el ámbito asistencial tendrá la misma fuerza y reconocimiento que en el mundo académico.
El paciente se merece y necesita lo que cada profesional puede aportar. Aprendamos unos de otros, apoyémonos en la cualificación de todos y admiremos la maravilla que es cada una de estas profesiones que existen para aliviar, curar, cuidar y siempre buscar el bien de los pacientes.
Además, los sistemas sanitarios sólo alcanzarán su máximo potencial, cuando todos los agentes de salud aporten y sumen sus competencias al bien común.