Mª del Carmen González Torres y Coro Molinos, Profesoas de la Facultad de Educación y Psicología
José Luis González-Simancas, in memoriam
La Facultad de Educación y Psicología, antiguo Departamento de Educación, siente profundamente el fallecimiento de D. José Luis González-Simancas Lacasa.
Nacido en Madrid en 1924, se licenció en Historia, pero su vocación pedagógica, que germinó en el seno familiar, tomó forma a partir de sus estudios durante dos años en el Institute of Education de la Universidad de Londres, como becario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Esta experiencia, como él mismo reconocía, marcó decisivamente su formación pedagógica.
Su trayectoria profesional posterior fue la de un educador, promotor de diversas iniciativas pedagógicas de carácter académico e institucional inspiradas en su experiencia educativa británica. Participó desde los inicios en la puesta en marcha del colegio Gaztelueta (Bilbao) y en su ideario pedagógico. Allí, además de Director Técnico durante una etapa, ejerció como docente y puso especial empeño en la instauración institucional de la metodología participativa y la atención individualizada de los alumnos, así como en el desarrollo de la tutoría como elemento clave para la formación integral de los alumnos. Para él, enseñanza y orientación académica-personal del alumno son las dos caras de la tarea del profesor.
Su intensa experiencia pedagógica durante 14 años en Gaztelueta le llevó a interesarse por la formación de profesores, lo que le trajo a la Universidad de Navarra, en 1965, para poner en marcha el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE), que fue modelo de los ICE que posteriormente secundaron muchas otras Universidades del Estado y, más tarde, colaboró en la puesta en marcha de la licenciatura de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras.
Antes de iniciar esta nueva andadura y para fundamentar su propia teoría educativa volvió la mirada, una vez más, a la educación británica, analizando los proyectos educativos de los Institutes of Education de las universidades de Londres, Leeds, Manchester y Birminghan. Con el nuevo bagaje adquirido, que alimentó sus enraizadas convicciones y vocación pedagógica, dedicó ya toda su vida profesional a la formación inicial del profesorado, el perfeccionamiento de directivos de centros educativos, la formación de profesores-tutores y de numerosas promociones de pedagogos.
Desarrolló una amplia actividad investigadora y docente. Hasta completarse la licenciatura en Ciencias de la Educación se ocupó de la enseñanza de diversas disciplinas. En 1983 fue nombrado por oposición profesor adjunto de Universidad sin plaza –categoría académica equivalente hoy a la de titular-. A raíz de ello fue nombrado, en la Universidad de Navarra, profesor agregado de Didáctica y Orientación Educativa y director del departamento del mismo nombre. En 1986 pasó a ser profesor ordinario y director del programa de Doctorado en Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras.
En este contexto e incansable en su apuesta por la mejora de la educación, fue creador de otros proyectos pedagógicos pioneros. Entre ellos, y en colaboración con la Clínica de la Universidad de Navarra, promovió el desarrollo de lo que conocemos como Pedagogía Hospitalaria: la ayuda pedagógica a los niños hospitalizados por enfermedades de larga duración, que hoy forma parte de los currículos formativos de Pedagogía y Magisterios en universidades españolas y extranjeras, y es una realidad en muchos centros hospitalarios. También puso en marcha el servicio de asesoramiento académico de la Universidad de Navarra y asesoró al Gobierno de Navarra en la implantación de la figura del orientador de centro escolar.
Toda su ingente labor da muestras de su vocación y personalidad genuinamente pedagógicas, su tenacidad y su entrega incondicional a la educación. En sus proyectos, en su investigación, en la forma de concebir la docencia de sus asignaturas y las prácticas de los alumnos siempre primó la plena integración entre teoría pedagógica y práctica educativa y lo hacía con amor, con un estilo inspirador e inigualable.
En sus clases, el profesor González-Simancas hacía pensar, pedía a sus alumnos que redactaran ensayos sobre cuestiones y problemas prácticos relacionados con la educación, en los que debían integrar conocimientos de distintas disciplinas y nueva información, con el fin de que reflexionaran críticamente y argumentaran la propia postura personal. Analizaba y comentaba incansable, con minuciosidad, ilusión y cariño ensayo tras ensayo. Como comenta una antigua alumna y profesora de nuestra Facultad desde hace años: "Cuando había revisado lo que realizábamos, él elaboraba un documento donde se recogían ideas aportadas por todos y cada una de sus estudiantes. Y las comentaba. Conseguía extraer lo mejor de cada uno (educere)". D. José Luis fomentaba continuamente el diálogo y la cooperación, indispensables para avanzar en el conocimiento y el aprendizaje. Enseñaba con las claves que favorecen un aprendizaje activo y comprometido del alumno. Fue un pionero, pues él hacía desde tiempo atrás lo que las propuestas educativas más innovadoras actuales señalan, de cara a desarrollar las competencias de los estudiantes en el siglo XXI, y lo hacía con señorío, excelencia y a su manera.
Fue un gran Maestro -Maestro con mayúsculas- de la mayor parte de los profesores de la nueva Facultad de Educación y Psicología. Con su muerte experimentamos, como muchos otros alumnos que tuvo a lo largo de varias décadas, un cierto sentimiento de orfandad. Encarnaba las cualidades que todos amamos en un buen docente.
Destacaba por su afabilidad, por su personalidad tan fuera de serie y querida por todos sus alumnos. Entre sus rasgos como persona y como profesor, algunos de sus antiguos alumnos –ahora profesores de la Facultad- señalan los siguientes; como se aprecia en sus testimonios son bastante coincidentes:
"Era una persona buena que, a la vez, creía en la bondad de los demás. Siempre decía que la educación era "una relación de ayuda" que alcanzaba su máxima expresión cuando desembocaba en la "autoayuda"".
"Padre de la Pedagogía, profundamente apasionado de la educación fue un profesor ejemplar, que vivía todas sus convicciones pedagógicas. Con su ejemplo de vida y excelencia como maestro nos ofreció, a todos los que queríamos dedicarnos a la tarea de educar, un modelo de ser y hacer que tenemos como referente a emular. Nos hizo sentir de verdad que la pedagogía y dedicarnos a educar era lo mejor, de lo mejor".
"Un hombre de una pieza, sin doblez, enseñaba con una pasión sin igual. Profundamente humano. Para él todos y cada uno de sus alumnos éramos igualmente valiosos, nos sentíamos radicalmente acogidos, importantes, únicos. Con su sonrisa silenciosa, amable, cariñosa nos tocaba el corazón. Era tan grande personal y profesionalmente que todo lo hizo con inmensa sabiduría y sencillez".
"Encarnaba las cualidades humanas de lo que podemos considerar una persona y maestro ideal. Entrega sin condiciones, ilusión por todo lo que hacía, alegría interior, bondad extrema, coherencia de vida: su ser y su hacer se fundían en perfecta armonía. Sabía querer con radicalidad. No dejaba indiferente a nadie".
"Tengo la imagen de su sonrisa entrañable que definía su persona: próxima y a la vez infinitamente respetuosa, deferente, cortés, y no obstante y además, abierta, acogedora, sensible. Siempre dispuesto al diálogo sin prisas, sabía escuchar todo el tiempo que hiciera falta, con atención, con empatía, con fe conmovedora en la honradez de su interlocutor, con una apuesta muy fuerte por la totalidad de esa persona, sin restricciones y con todo lo que hiciera falta: su ilusión, su interés, su tiempo, su esfuerzo, su mediación y ayuda generosas".
"Como un educador y orientador nato y con experiencia, en sus clases destacaba la importancia de la orientación académica y personal y nos hacía ver la necesidad de confiar siempre en el alumno, incluso aunque nos pudiera engañar".
"Un hombre innovador, original, genuino, que no se movía por los brillos mundanos, ni buscaba destacar, prefería sufrir a tener razón. En lo académico, con las ideas claras, resolutivo y tenaz. Profesor universitario vocacional, atrapaba a sus alumnos, promoción a promoción, y nos abría caminos nuevos haciéndonos trabaja, sonreír y creer en nosotros y en la pedagogía de un modo diferente. Un hombre elegante, no sólo en su porte, sino en todo lo que envolvía su vida universitaria".
"Era un auténtico optimista: siempre veía lo bueno de las personas. No recuerdo verle enfadado".
"Llegaba al alma. Veía en cada uno de nosotros nuestro mejor yo y, con su relación de ayuda, nos guiaba en esa, como él decía, auto-tarea que cada uno tenemos de crecer y perfeccionarnos. Muchos de los que tuvimos la suerte de conocerlo y ser sus discípulos le debemos gran parte de lo que somos".
"El hombre de la eterna sonrisa, de la eterna y suave alegría. Acogedor siempre, con él sentías que ya habías llegado a casa".
Don José Luis, con esa paz que él siempre tenía, nos acompaña desde el cielo, al son de su inseparable armónica.
Gracias por todo, D. José Luis.