Alberto Fernández Terricabras, , profesor del IESE de la Universidad de Navarra
Construir un mundo mejor
Aunque los viajes largos de avión tienen su punto de incomodidad, permiten hacer cosas poco habituales como escuchar atentamente una canción. En uno de mis últimos viajes, mientras escuchaba Heal the world, de Michael Jackson, me llamó la atención el fragmento "Make a little space to make abetter place" (haz un pequeño espacio para hacer un mundo mejor). Esta frase me hizo pensar en los emprendedores sociales, personas que crean empresas con alto valor social que, además de proporcionar bienes y servicios a sus clientes, contribuyen a hacer un mundo mejor. Son personas que dedican tiempo y esfuerzo, con un salario que les da para vivir muy austeramente, a proporcionar oportunidades a personas con algún tipo de dificultad física, psíquica o social.
En esta sociedad que con frecuencia idolatra a personas de capacidades y cualidades discutibles, cabría generalizar iniciativas orientadas a admirar y a apoyar modelos alternativos, positivos y generosos. Pienso, por ejemplo, en una conocida laica que ha ayudado a crear varias escuelas y servicios en algunos pueblos de Burundi; o en una misionera que lleva haciendo lo mismo en diferentes países de África desde hace más de cuarenta años; o en una amiga que se fue a India a trabajar en el proyecto de Vicente Ferrer; pero pienso, también, en gente que trabaja en nuestros pueblos y ciudades en asociaciones, fundaciones y empresas ayudando a personas que lo necesitan o proporcionándoles oportunidades laborales. Hace unas semanas pude hablar con un hombre que había vivido en el aeropuerto de Barcelona durante... ¡siete años! Ahora, gracias a la ayuda de la Fundació Formació i Treball, está reinsertado laboralmente y goza de unas condiciones de vida dignas. Podría citar más ejemplos, como los de empresas sociales que dan trabajo a colectivos de colocación compleja. O empresas de sectores muy diversos que buscan ser económicamente rentables pero resaltando su vertiente social.
Además de reordenar nuestra lista de admirados, sería deseable que colaborásemos algo más en hacer un mundo mejor. Abundan las posibilidades: dedicar tiempo a tareas de voluntariado, colaborar en proyectos sociales, aportar recursos, comprar productos y servicios a empresas de vocación social, etcétera. Todos somos conscientes de que el mundo que vivimos no es un mundo mínimamente digno para muchas personas. Las necesidades de muchas personas, algunas cercanas a nosotros, crecen, mientras que los recursos se mantienen o disminuyen. Es seguro que la mayoría podemos contribuir algo más para conseguir el sueño expresado en la hermosa canción.