Norman Sempijja, Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra
Un ejemplo para sus contemporáneos
Albert Nobel en su testamento de 1985 dejó claro que el premio debería ser concedido a "aquella persona que haya trabajado más o mejor para favorecer la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y el establecimiento y celebración de procesos de paz"
Fue una gran noticia el saber que el Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed Ali había sido galardonado con este prestigioso premio ya que él es un candidato perfecto y un ejemplo para sus contemporáneos.
Esto representa un impulso masivo en los esfuerzos de buena gobernanza en África, un continente que, por décadas, ha sido visto como un territorio dominado por dictadores que carece de soluciones locales a sus propios problemas.
El Primer Ministro Abiy se ha opuesto a esa tendencia desde el inicio de su mandato, en abril de 2018, proponiendo reformas e implementado algunas políticas que habrían sido impensables antes. Etiopía estaba lidiando con obstáculos internos, como el conflicto entre los oromos y los gedeos. Tampoco hay que olvidar a la antigua clase política que desde Tigré se resistía a una transición democrática. Otros obstáculos estaban ligados a la guerra con Eritrea, que se separó de Etiopía en 1993. Asimismo, como sede de la Unión Africana, Etiopía había estado atormentada por no haberse convertido en el líder de la región y del continente.
Por tanto, algunas de las reformas de Abiy, como el levantamiento del estado de emergencia, la liberación de miles de prisioneros, los permisos a disidentes exiliados para que volvieran a casa y el establecimiento de la libertad de expresión, fueron claves en el cambio de percepción de Etiopía. Abiy también abogó por el establecimiento de períodos de gobierno limitados para el primer ministro.
No obstante, fue el proceso para dar fin a las décadas de guerra con Eritrea lo que confirmó y consolidó sus capacidades de gobierno. Además de eso, Abiy ha promovido la cooperación con los estados vecinos de la región, excepto con Sudán del Sur. Por tanto, él está convirtiendo a Etiopía, poco a poco, en un poder regional que busca la cooperación y la paz con sus vecinos. Michael Woldemariam (Foreing Affaris, 2018) fue más allá y afirmó que “los pasos de Abiy hacia la liberalización política podrían crear una nueva presión en los países vecinos de Etiopía e, incluso, llevarlos a cuestionar sus prácticas autocráticas”.
Esto me lleva al contexto general de África. Los estados africanos están aprendiendo entre ellos mismos sobre la buena gobernanza, lo que estimula la cooperación y el desarrollo económico. Los líderes autocráticos se están convirtiendo en especies en peligro de extinción y los nuevos líderes dinámicos están dando paso a una nueva etapa en el continente al generar soluciones africanas para problemas africanos. La buena gobernanza y la cooperación regional son dos factores cruciales para lograr el desarrollo del continente, especialmente teniendo en cuenta que África acoge a las economías con el índice de crecimiento más veloz del mundo. Por tanto, el Premio Nobel de la Paz es un gesto de apreciación y de reconocimiento del resto del mundo a los esfuerzos del Primer Ministro Abiy.
En conclusión, el Primer Ministro Abiy aún tiene un largo camino que recorrer y aún hay fuerzas internas que se resisten a sus reformas, algo evidente en los recientes intentos de asesinato contra él y sus seguidores. Etiopía aún tiene tensiones étnicas, por lo que el camino aún es tortuoso y peligroso. Pero, como dijo Richard Nixon (1975) en una ocasión: “Se requiere coraje, y mucho, para pelear en la guerra y lo admiramos… Pero también se requiere coraje, un tipo diferente, para lograr la paz”. Enhorabuena al Primer Ministro Abiya Ahmedi Ali por mostrar ese coraje diferente para lograr la paz en Etiopía y en sus vecinos.