13/01/21
Publicado en
Diario AltoAragón y El Confidencial Digital
Gerardo Castillo |
Profesor Facultad de Educación y Psicología
Una ley que favorece un modelo estatal de educación y de escuela, inevitablemente suscita un debate basado en un dilema educativo: ¿competencia o cuasi monopolio? Mi respuesta es "competencia", ya que, en cualquier campo posibilita mayor calidad y menor precio. La competencia en el terreno de la educación requiere un sistema educativo diversificado. Es muy ilustrativo que en la Cumbre Mundial para la Innovación de la Educación, celebrada en Qatar, en 2017, estuvieron representadas muchos modelos diferentes de escuelas.
La Lomloe, aprobada el 19 de noviembre de 2020, privilegia de forma ostensible, un modelo estatal de educación y de escuela. A partir de ahora, la red estatal se convertirá en el eje de la educación, actuando prácticamente como un monopolio. Charles Glenn, catedrático de la Universidad de Boston, ha alertado sobre la "tentación totalitarista que puede tener el Estado de utilizar sus escuelas para controlar las mentes y corazones de los niños y de los futuros adultos".
Las escuelas estatales, mal conocidas como "públicas" (puesto que también las escuelas privadas, concertadas o no concertadas, son públicas y están amparadas por la Constitución), son el 69% de la oferta. Todas están amparadas por el artículo 27 de la Constitución, que reconoce el derecho a la libertad de enseñanza, el derecho a recibir la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con las convicciones de las familias, y el derecho de las personas físicas y jurídicas a crear nuevos centros docentes.
La clave del radical cambio de eje que supone la Ley Celaá es la modificación del artículo 109.2 de la ley anterior, la Lomce, del que se elimina la referencia a la "demanda social". Relega a la intrascendencia las preferencias de los padres y se inventa un derecho "a la educación pública" que no aparece como tal en la Constitución.
El cuasi monopolio estatal de la educación se observa en varios apartados de la Lomloe. Por ejemplo, el que menciono a continuación. Se relegan los colegios de Educación Diferenciada, no estableciendo con ellos conciertos económicos por no ser mixtos. Ello atenta seriamente contra la libertad de enseñanza y el pluralismo educativo. Se aduce que la escuela diferenciada "segrega por el sexo," no distinguiendo así entre diferenciar y segregar. Segregar es separar y marginar a una persona o a un grupo de personas, por razones sociales, políticas o culturales (RAE). En cambio, diferenciar posibilita una educación más personalizada.
La Lomloe muestra en su articulado su preferencia por la escuela pública, depositando en ella una fe casi ciega, convirtiendo así la red concertada en una red auxiliar y secundaria de la pública. Es una ley que pretende el predominio estatal de la educación, basándose en otro "argumento": los hijos no son de los padres (Isabel Celaá dixit). Es una forma de insinuar que son del Estado, como en la extinta Unión Soviética. Esta ocurrencia sólo puede ser sostenida por motivos ideológicos sectarios. Si la familia y el individuo existen antes que la Sociedad y el Estado, es evidente que no han recibido de ellos ni su naturaleza ni su fin. Esto significa que los padres tienen derechos propios innatos e inalienables sobre los hijos, entre ellos elegir libremente el tipo de educación y de escuela.
Escuela diferenciada y escuela mixta son dos modelos que no se excluyen entre sí. Cada uno tiene posibilidades y limitaciones (que no comentaré aquí por problema de espacio); simplemente aludiré a algunas novedades halladas por investigaciones recientes. En las escuelas mixtas los alumnos adolescentes suelen obtener resultados académicos muy inferiores a los de las alumnas, lo que se atribuye a una causa: la diferencia de madurez entre un chico y una chica de la misma edad y curso. Un estudio de F. A. Mael concluye que la escolarización diferenciada por sexo tiene beneficios positivos para el rendimiento académico, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres. La crítica de que en la escuela diferenciada no existe experiencia de convivencia entre chicos y chicas, en los últimos años ha perdido mucho peso, dado que en la actual sociedad abierta existe esa relación en cualquier espacio y momento.