Xabier Oliver, Profesor de Marketing del IESE
A hombros de gigante
Doy clase en la Universidad de Navarra y ayer, en Pamplona, me mostraron un site en internet, http://www.unav.edu/web/a-hombros-de-gigantes, que me emocionó profundamente. Es una de las piezas de comunicación más notables que he visto últimamente y que nos ayuda a reflexionar sobre temas tan trascendentes como: ¿qué es ser universitario , ¿qué te apasiona de la comunicación , ¿cuál es tu objetivo como profesor? o ¿qué consejo darías a tus alumnos? Podría ser algo propagandístico, publicitario y vendedor, pero, por el contrario, es una directa y sincera aportación de algunos profesores de la Facultad de Comunicación que sonríen sin tapujos y muestran su lado más entusiasta, su felicidad por lo que dicen y por el proyecto que comparten. Una impecable realización cinematográfica digna de los mejores que nos emociona, motiva y llena de orgullo.
Muchas veces hablo de la comunicación cosmética en clase. Me refiero a esos esfuerzos que se hacen para convencer al otro de la bondad de un producto o servicio, pero que poco tienen que ver con lo que son. Se buscan los atributos que más pueden atraer al potencial comprador sin reflexionar en el quienes somos, que hacemos por ti y porque nos gustaría compartir nuestra experiencia. Es como ponerse colorete o pintarse los ojos. Uno puede parecer más atractivo, pero la realidad es la que es y si debo quererte o admirarte, debería hacerlo sin maquillajes ni cosméticos que solo logran distraer mi atención del Tú auténtico y real.
A medida que las personas vamos enriqueciéndonos y aprendiendo de lo que nos rodea, que es mucho y no deja de crecer, parece que vamos apreciando más lo natural, lo espontáneo, lo real, lo que surge del alma. Y por contraste,' cada vez rechazamos con mayor vehemencia lo trillado, lo que nos quieren vender a golpe de impresiones y caricaturas. Es un gran avance y debemos sentirnos orgullosos de ello. Crecemos y olvidamos poco a poco lo superficial para apreciar lo profundo.
Por eso el ejercicio de madurez, reflexión serena y simplicidad de quienes enseñamos a hombros de gigantes, me recuerda que no debemos perder los legados que hemos recibido, que debemos conservar la esencia de nuestras aportaciones y que debemos hacerlo con sencillez, con sinceridad, sin ambages. Ver a mis compañeros hablando de esa forma trascendente me emocionó y constaté, que se pueden hacer cosas maravillosas en comunicación huyendo del cosmético y siendo fíeles a nosotros mismos.