César Izquierdo, Director del departamento de Teología Dogmática , Vicedecano de la Facultad de Teología
Jutta Burggraf: una investigadora internacional con espíritu de servicio
La profesora Jutta Burggraf llegó por segunda vez a Pamplona en 1996, para incorporarse al departamento de Teología Dogmática de la Facultad de Teología. Doce años antes había defendido en esa misma Facultad de la Universidad de Navarra su tesis doctoral, por la que recibió el premio extraordinario de doctorado (1984). Anteriormente, la profesora Burggraf había obtenido en la Universidad de Colonia el doctorado en Psicopedagogía (1979).
Desde su incorporación al claustro de profesores de la Facultad de Teología, Jutta Burggraf desempeñó diversas tareas con un ejemplar espíritu de servicio. La aceptación de las diversas tareas docentes, organizativas e investigadoras que se le requerían era un rasgo que le caracterizó. Con Jutta, siempre se podía contar para cualquier empeño en la Facultad. A la vez, sacaba tiempo para responder a las diversas invitaciones académicas que le llegaban de muchísimos centros españoles y extranjeros.
Como director del departamento, Jutta me daba a conocer las solicitudes que recibía para impartir conferencias y participar en foros de diversa índole, y puedo asegurar que eran decenas provenientes de Europa y de diversos países de América. Trataba de responder a todas las que podía, aunque en ocasiones era materialmente imposible aceptar algunas. Sin embargo, hacía todo lo que estaba en su mano por colaborar con las peticiones que provenían de Roma
-especialmente de la Santa Sede que, a través de diversos organismos pidió su contribución-, y de su patria, Alemania. Quizás la colaboración más notoria con la Santa Sede fue la de perito, nombrada por Juan Pablo II, del Sínodo Ordinario de los Obispos sobre "La vocación y misión de de los laicos en la Iglesia y en el mundo", en 1987.
Fue autora prolífica, como muestran sus más de veinte libros -algunos de ellos con varias ediciones, y traducidos a varios idiomas- y sus abundantes colaboraciones y artículos de investigación. Todos estos trabajos le merecieron un aprecio académico sobresaliente. Pero todo palidecía ante el trato personal. La profesora Burggraf transmitía una cercanía y comprensión que percibían inmediatamente sus interlocutores. Aún recuerdo el comentario del director de un Centro Superior de Teología en el que Jutta acababa de pronunciar una conferencia con el cálido castellano, matizado por su acento alemán, que le era característico: "Si no la necesitáis en Pamplona, dímelo, porque aquí nos la quedamos como profesora". Pero sí la necesitábamos en Pamplona, y ahora la necesitamos de otra manera: como intercesora nuestra ante el Padre de la vida y fuente de la verdadera libertad vivida.