El premio Nobel de Economía ha sido otorgado a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson por sus estudios sobre cómo el marco institucional de una nación determina que esta prospere o fracase. Para los economistas, es una ocasión de celebrar a investigadores que nos informan y nos inspiran, pero también nos entristecemos al recordar a aquellos a quienes, siendo merecedores, aún no les toca el turno.

Daron Acemoglu ha realizado contribuciones fundamentales al campo del  desarrollo económico, centrándose en cómo las instituciones políticas y económicas influyen en el crecimiento a largo plazo de las naciones. Lo conocimos personalmente en octubre del año pasado en LACEA (Latin American Economic Association meeting) durante una charla sobre desarrollo tecnológico y desempleo. Junto con James Robinson, ha desarrollado la teoría de las instituciones inclusivas y extractivas, argumentando que las primeras, al fomentar la participación política y garantizar derechos de propiedad, son clave para el desarrollo sostenible. Esta perspectiva ha sido especialmente influyente en su libro Why Nations Fail, donde exploran cómo las diferencias institucionales explican la desigualdad global en la riqueza y el bienestar.

El trabajo de Acemoglu, Robinson y Simon Johnson resalta la importancia de los factores políticos y las estructuras de poder en la configuración de los resultados económicos. En su influyente artículo "The Colonial Origins of Comparative Development," los tres economistas demostraron que las instituciones establecidas durante el periodo colonial tuvieron efectos duraderos en el desarrollo de los países. Hemos interactuado con Jim Robinson desde 2004, ya que lleva décadas viajando a Colombia para enseñar, hacer investigación y promover a académicos en formación como lo éramos en ese momento. Su premio Nobel es para los economistas colombianos motivo de celebración.

En su libro Microeconomía, el economista Samuel Bowles predijo que sería posible para la ciencia económica estudiar la compleja interacción entre las instituciones políticas y económicas, el proceso divergente que puede producir afluencia o pobreza al interior de las naciones y entre ellas. Este enfoque utiliza los beneficios de la tecnología en recolección y análisis de datos para elaborar modelos que embeben la economía en un sistema social y ecológico más grande, donde las preferencias económicas y las instituciones coevolucionan.

Este enfoque ayuda a nuestra disciplina a alejarse del reduccionismo y pone la infraestructura conceptual para que economistas como Acemoglu, Johnson y Robinson puedan combinar lo económico con lo político y social.

Las contribuciones de Acemoglu, Johnson y Robinson se unen a las de un conjunto diverso de economistas que estudiamos cómo interactúan los comportamientos individuales y las instituciones económicas. Confiamos en que este edificio conceptual, en el cual educamos a nuestros estudiantes y desde el que asesoramos a nuestros gobiernos, siga teniendo en cuenta estas innovaciones y recuerde a aquellos que construyeron sus fundamentos, como Sam Bowles.