Gerardo Castillo Ceballos,, Profesor emérito de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
La vacuna que inmuniza contra el acoso escolar
El acoso no surge en la escuela por generación espontánea; es expresión de una crisis social: la violencia ha permeado a la sociedad entera y ha insensibilizado a muchos adolescentes. Sus profesores se sienten perdidos ante un fenómeno que parece imparable.
Para hacernos cargo del alcance de este problema basta un dato: en un estudio reciente realizado en la Comunidad de Madrid se averiguó que sufren acoso escolar grave 14.000 escolares. Por otra parte, los suicidios de adolescentes debidos a haber sido víctimas de acoso escolar son noticia habitual en los periódicos españoles. Un ejemplo:
«La adolescente que se precipitó hace dos días desde un quinto piso falleció en la mañana de ayer en la UCI del Hospital donde permanecía en estado de muerte cerebral. El Cuerpo Nacional de Policía investiga ya el caso después de encontrar una carta en la que la chica explicaba las razones de su desesperación y en la que confesaba que sufría acoso escolar. El mismo día del suceso contó a una compañera del colegio que no podía más y que tenía ganas de morir. Su origen sudamericano y los comentarios racistas fueron las causas del acoso» (Diario El Mundo, 12-3-2014)
El acoso escolar o bullying es una forma de violencia, con la que el agresor pretende intimidar a su víctima ante la indiferencia y el silencio de sus compañeros de escuela, debidos al miedo a ser ellos mismos los acosados. Se busca aislar al maltratado ignorándole, impidiendo así que participe en la vida del grupo.
¿Cuáles son los efectos del bullying? La víctima vive con miedo de asistir diariamente a la escuela, mostrándose en ella como un ser solitario y triste. En ciertos casos tienen pensamientos de suicidio y algunos de ellos llegan a consumarlo.
En algunas ocasiones al bullying le sigue el ciberbullying. Se trata del uso de los medios telemáticos (internet y telefonía móvil, principalmente), para realizar acoso psicológico entre menores, en su gran mayoría adolescentes.
El ciberbullying es especialmente preocupante por el anonimato y por no percibirse de forma directa el daño causado. Algunos ejemplos: colgar en internet datos dañinos sobre la víctima, verdaderos o inventados; crear en redes sociales un espacio falso en nombre de la víctima, donde se inscriban sus supuestas confesiones vergonzosas; enviar a la víctima mensajes amenazantes por email.
¿Qué tipo de personalidad suele tener el acosador escolar?
El acosador padece ausencia de empatía o alguna distorsión cognitiva. Al no ser empático carece de la sensibilidad para ponerse en el lugar de la víctima, ignorando su sufrimiento. La distorsión cognitiva es un fallo en el procesamiento de información que impide percibir adecuadamente la realidad. El agresor tiene baja autoestima, por lo que utiliza la violencia para autoafirmarse y conseguir el reconocimiento de los demás. No tiene sentimientos de culpa por sus agresiones.
¿Cómo es la personalidad de un «candidato» a ser víctima del acoso? Existen rasgos comunes que constituyen factores de riesgo: falta de confianza en sí mismo; baja autoestima; mucha vulnerabilidad psicológica; mucha dependencia del entorno familiar.
¿Existe alguna solución para este problema? La experiencia dice que actuar a posteriori de un maltrato no es eficaz; en cambio, una buena prevención suele ser decisiva. Es muy importante promover en el grupo valores como el compañerismo, la solidaridad y el respeto, aunque eso actualmente no es suficiente; se requiere, además, un procedimiento que incida directamente en las causas del acoso. Por ejemplo, el método KiVa, que se creó en Finlandia en 2008 como respuesta a un suceso terrible: en 2.007 un joven armado entró en una escuela y mató a seis estudiantes, la directora y una enfermera; seguidamente se suicidó. Más tarde se supo que había sufrido acoso escolar durante muchos años.
El método KiVa fue creado por Christina Salmivalli, investigadora y psicóloga de la Universidad finlandesa de Turku. Es contrario al enfoque tradicional, basado en el castigo del acosador, por considerar que entre los adolescentes ser cruel suele dar popularidad.
KiVa se centra en conseguir que el grupo de clase se solidarice con el compañero maltratado; de ese modo el agresor queda desprestigiado ante los demás. Los antiguos cómplices del maltratador se transforman así en sus defensores y en protagonistas de la acción preventiva de la escuela. Su acción solidaria es una vacuna que inmuniza contra el acoso.
Con la aplicación del programa se ha conseguido que en el primer año disminuya el acoso en un 40%. Por este motivo se ha implantado en varios países de Europa y en Estados Unidos. La experiencia obtenida confirma una vez más que en educación es mejor prevenir que curar.