15/01/2023
Publicado en
The Conversation
José Luis Álvarez |
Vicedecano de estudiantes, Facultad de Económicas
La inflación, uno de los grandes males económicos, puede dañar la economía de cualquier país. Y también su competitividad exterior.
La inflación es injusta
La subida generalizada de precios conlleva muchos problemas. El más evidente es la pérdida de poder adquisitivo. Pero le acompañan otras importantes dificultades, incluso aunque suban nuestros ingresos.
La inflación obliga a dedicar recursos a defendernos de sus efectos. Tenemos que pensar dónde poner nuestros ahorros para evitar su depreciación. Tenemos que dedicar más tiempo a informarnos sobre los precios que pagaremos. Porque, cuando los precios bailan continuamente, resulta más difícil comparar entre alternativas.
Algo similar ocurre para quienes venden sus productos. En un entorno con inflación e incertidumbre tienen que decidir frecuentemente a qué precios vender. Se tienen que ocupar también de informar a su clientela, sabiendo que a esta no le van a gustar esas decisiones.
Todo lo anterior ocurre, además, de forma injusta. La inflación golpea más duro a quienes tienen menos recursos para protegerse. También nos obliga a pagar más impuestos, aunque nuestra capacidad económica real no haya aumentado.
La inflación provoca ineficiencia
Además de ser injusta, la inflación hace que la economía funcione peor. ¿Por qué? Porque las señales que los mercados nos transmiten vía precios resultan más confusas, más inciertas. Nos complican la toma de decisiones. Estos efectos se agravan cuanto mayor y más variable es la inflación, porque la incertidumbre crece.
En los casos extremos de hiperinflación, los resultados son dramáticos y pueden acabar con la confianza en el dinero. Es muy difícil fiarse de tu moneda si ves que los precios suben cada día, como pasa en Venezuela. O como ocurrió en Ecuador, donde sustituyeron oficialmente su moneda, el sucre, por el dólar estadounidense para evitar más problemas.
La inflación afecta a la competitividad exterior
Siempre que una economía sufre inflación, y la consiguiente pérdida de eficiencia, se resiente su competitividad exterior. La explicación es sencilla. Cuando los precios aumentan, los clientes buscan proveedores más baratos en otros lugares y, por tanto, bajan las exportaciones.
Pensemos en el turismo. Supongamos que una familia alemana quiere irse de vacaciones al Mediterráneo. Si ve que los precios en España se han disparado, tal vez elija entonces irse a Croacia. España perdería las exportaciones correspondientes al gasto de esa familia durante sus vacaciones.
Asimismo, con los precios al alza, los españoles tratarían de comprar más barato en el extranjero. Aumentarían entonces las importaciones y empeoraría el saldo de la balanza comercial: la diferencia entre el valor de las exportaciones y el de las importaciones sería menos favorable para España.
¿Cómo medir la competitividad exterior?
Para medir la competitividad no basta con fijarnos en la inflación. España tiene una alta tasa de inflación pero también la tienen otros países. Ahora mismo, sin ir más lejos, la española es la inflación más baja de la eurozona. Como los precios al consumo crecen más fuera, España estaría ganando competitividad, tras meses de pérdidas.
El indicador de competitividad de una economía simplemente compara la evolución de la inflación dentro y fuera del país. Hay más índices con los que se podría calcular la inflación para medir la competitividad de las empresas españolas. Como el índice de precios industriales (IPRI), que mide los precios de venta de los productos industriales a salida de fábrica.
¿Qué está ocurriendo con el sector exterior?
En el comercio exterior de España influyen más factores que la competitividad de precios. Influyen desde el crecimiento económico hasta las preferencias de la gente, pasando por las políticas económicas. En cualquier caso, los últimos datos disponibles indican cierto empeoramiento del saldo comercial. Están creciendo más las importaciones que las exportaciones.
Habrá que prestar atención a estos acontecimientos. Tal vez sean algo pasajero. Pero el comercio exterior estaba tirando del crecimiento. Perder competitividad sería una muy mala noticia para la economía española.