15/01/2025
Publicado en
Diario de Navarra
Javier Andreu Pintado |
Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Navarra
Ahora que se ha cumplido un año del cambio en la alcaldía de Pamplona, el actual edil, Joseba Asiron, anunciaba la celebración, en este recién estrenado 2025, del 2100 cumpleaños de la ciudad de Pamplona.
Sobre ese acontecimiento que, felizmente, se quiere conmemorar tenemos tan sólo breves noticias en autores antiguos, geógrafos e historiadores. Salustio, historiador, habla de la retirada de los romanos al territorio vascón para abastecer de trigo a su ejército durante el bellum Sertorianum, la guerra que enfrentó a Sertorio, gobernador depuesto de su cargo en la Citerior tras el golpe de estado de Sila, y a Pompeyo, precisamente enviado por el Senado contra aquel.
Durante algún tiempo se consideró que aludía a dicho acontecimiento también Plutarco, biógrafo de Sertorio, aunque más parece que donde, en su texto, se había leído “Vascones” debamos leer “Vacceos” y, por tanto, invalidar esa alusión. El geógrafo es Estrabón que, en un pasaje clarísimo, enumera algunos focos de la presencia romana en el Ebro casi todos conectados con los acontecimientos del final de la República o de los comienzos del Principado. Al hablar del territorio vascón alude a que en él se encuentra Pompelo, topónimo que, por su naturaleza vernácula, y para que le entiendan sus eruditos lectores, se ve obligado a traducir al griego como Pompeiópolis, “la ciudad de Pompeyo”.
Es posible que la fundación no se produjera en el invierno del 75 a. C. sino más tarde, en el 72-71 a. C., al término de esa guerra civil entre romanos -la misma que destruyó el oppidum de Irulegi- que si, en parte, se libró en territorio vascón fue por la absoluta integración de las poblaciones de ese territorio en la órbita de Roma, integración que habría comenzado en los albores del siglo II a. C. Que Pompeyo fundó Pamplona nos parece que está fuera de toda duda. Resolver si fue en el 75 a. C. parece imposible dado el fragmentario carácter de las fuentes con que contamos.
Pese a ello, es de celebrar que el Ayuntamiento quiera -en una costumbre, por cierto, muy romana- recordar en este año a su conditor urbis, a su fundador, a Pompeyo. Su envío a la península para contrarrestar la resistencia sertoriana hundía sus raíces en que su padre, Cneo Pompeyo Estrabón, ya tuvo contacto con jinetes hispanos, de nombre vascónico algunos de ellos, en la llamada “guerra de los aliados” librada en Italia un lustro antes y en la que Roma tuvo que echar mano de mercenarios “de provincias”.
De igual modo que el Senado debió buscar, al enviar a Pompeyo a la península, reactivar las viejas lealtades que su padre habría podido forjar con las élites guerreras del lugar es buena noticia que se quiera reconocer nuestro innegable pasado romano y poner en valor que a Pamplona la fundó un cónsul de Roma, uno de los más poderosos, además, del último siglo de la República romana. Hacerlo es, desde luego, recordar que fuimos romanos y que, precisamente, si nos consideramos vascones es porque Roma, en parte, creó ese elemento tan anclado hoy en nuestro imaginario cultural.
Feliz iniciativa y, por supuesto, feliz cumpleaños -bimilenario, en cualquier caso, año arriba o abajo- a esa Pompelo -mejor que Pompaelo- romana cuyo nombre previo, pese al mito de la vieja Iruña, seguimos sin conocer.