15/03/2024
Publicado en
The Conversation
Nuria García Fernández |
Médico especialista del Servicio de Nefrología de la Clínica Universidad de Navarra
La mayor parte de las personas tenemos dos riñones. Cada uno de ellos se compone de una maquinaria perfectamente coordinada para eliminar, en todo momento y según necesitamos, el agua y las sustancias de desecho que producen las células vivas de nuestro cuerpo. De este modo nos aseguran que nuestra sangre tiene una composición normal en todo momento.
De forma sencilla y simple, podemos imaginar que son coladores que dejan pasar la “leche” (agua y sustancias de desecho) y evitan que pase la “nata” (proteínas y células de la sangre).
Cuando decimos que una persona tiene una enfermedad renal crónica (ERC), lo que le sucede es que, por lo menos durante los últimos 3 meses, sus riñones han tenido dañado el colador: no dejan pasar la “leche” porque hay agujeros obstruidos o se les escapa la “nata” porque algunos se hicieron demasiado grandes.
Esta enfermedad tiene etapas que van de enfermedad inicial o leve, a moderada, avanzada y al fallo que precisa diálisis. Con frecuencia el fuego empieza pequeño y va ganando fuerza hasta quemar el bosque. Por eso es importante detectarlo pronto y tratarlo.
¿Cómo sabemos que nuestros riñones están enfermos?
En la mayor parte de los casos, los síntomas de la ERC suelen aparecer cuando se ha perdido ya cerca del 70-90 % de la función renal. Estos síntomas suelen ser presión arterial alta, cansancio, retención de líquidos, espuma en la orina… Por eso conviene indagar antes de que se complique.
De hecho, se le llama “epidemia silenciosa” porque la enfermedad renal crónica es muy común. Uno de cada diez adultos en todo el mundo la padece, aunque muchos ni siquiera saben que la tienen. Para colmo, está aumentando con una previsión de llegar al 19 % de la población en 2040, es decir, casi uno de cada cinco adultos.
Algunas situaciones que sirven de alerta para revisar la función de ese “colador” son:
-
Tener más de 65 años.
-
Padecer diabetes, hipertensión, obesidad o problemas cardiológicos.
-
Toma crónica de antinflamatorios.
-
Tener algún familiar enfermo renal en la familia.
-
Ser fumador.
¿Cómo podemos chequear nuestros riñones?
Explicado de forma sencilla, debemos chequear las dos funciones del “colador”: que deje pasar bien sustancias como la creatinina –un producto de desecho del cuerpo– y que evite que pasen a la orina proteínas como la albúmina. La creatinina se mide en sangre y la albúmina, en orina.
Con estas dos mediciones podemos confirmar si el colador no tiene agujeros obstruidos (si elimina bien creatinina) ni tampoco algunos que se hayan hecho grandes (no pierde o no deja pasar albúmina).
El sistema sanitario actual tiene el reto de realizar un cribado en todo pacientes de riesgo renal antes de que se manifieste.
¿Qué riesgos conlleva la enfermedad renal crónica?
Si bien la enfermedad renal crónica significa que los riñones enferman, el hecho de no eliminar bien las sustancias de desecho o perder albúmina en orina, además de aumentar el riesgo de llegar a someterse a diálisis, dispara el riesgo de padecer otras enfermedades. En especial, las del corazón y los vasos sanguíneos, facilitando complicaciones como infarto, insuficiencia del corazón, ictus o arritmias.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud reconoce la ERC como la octava causa de muerte en el mundo. En 2040 podría convertirse en la quinta y, a finales de siglo, estar más cerca del primer puesto, por delante del cáncer.
Por otro lado, ese aumento de riesgo de otras enfermedades lleva asociada una reconocida discapacidad para la vida diaria, tanto profesional como familiar, respecto al que no la tiene.
Estilo de vida saludable para cuidar los riñones
Para mantener la salud de nuestros riñones es fundamental adoptar un estilo de vida saludable. Esto incluye mantener un peso adecuado para evitar sobrepeso u obesidad, así como comprometernos con la actividad física regular, con un mínimo de 30 minutos al día o 210 minutos a la semana.
La dieta desempeña un papel crucial, priorizando la alimentación mediterránea baja en sal y evitando el consumo de alimentos procesados, altos en azúcares y grasas.
También es esencial mantener una ingesta adecuada de líquidos, adaptada al clima y al nivel de actividad física, con un mínimo recomendado de 1.5 litros de agua diarios. Además, es importante abstenerse de fumar y evitar la automedicación. Concretamente, los antiinflamatorios como el ibuprofeno son de especial riesgo para el riñón de determinadas personas. Siempre se recomienda consultar con un médico antes de tomar cualquier medicamento y evitar su consumo repetido.
Si somos diabéticos o hipertensos, es fundamental controlar regularmente nuestra glucosa, así como la presión arterial. También es importante realizar chequeos de riñones si presentamos alguno de los factores de riesgo mencionados anteriormente.
Tratamientos disponibles
Quienes ya padecen enfermedad renal crónica deben seguir sus controles médicos regulares. Además, es importante prestar especial atención a los consejos mencionados anteriormente. Por ejemplo, seguir una dieta baja en sal, con un máximo de 2 gramos por día (equivalente a media cucharadita pequeña rasa), evitar el sobrepeso y seguir las indicaciones del médico en cuanto a la ingesta de líquidos y alimentos.
Es crucial también tomar la medicación que nos haya sido recetada. En los últimos años, se han desarrollado medicamentos revolucionarios para el tratamiento de la enfermedad renal crónica que pueden retrasar su progresión. Incluso, en muchos casos, conseguirán evitar que se llegue a fases avanzadas que requieran diálisis.