Reyes Calderón, Facultad de Económicas, Universidad de Navarra
Políticas mal abordadas
Francisco González, presidente de BBVA, ve Europa ante "Un problema económico muy abordable que se ha transformado en un problema político mal abordado". Con la que está cayendo, la frase puede resultar curiosa, pero no puedo estar más conforme. La propia regulación financiera brinda argumentos.
Un ejemplo nimio; un simple botón de muestra. Cuando antaño la RAE definía banquero, aludía al "Hombre prudente". Era, en efecto, una profesión que requería dicha virtud. Por prudencia, se reservaba una parte de su capital por si acaso el destino jugaba malas pasada. Pese a la imprecisión del término, la larga experiencia y la visión continuista permitían al prudente gobernador de la tribu cuantificar esos requerimientos de capital y al sector cumplirlos.
Con la invasión del sobreconsumo, el sector, con el silencio del gobernador, financió sin las debidas garantías, matando el adjetivo. Sin prudencia, y ya con la crisis encima, el por si acaso se convirtió en gran incógnita y en punto de sospecha: no había histórico ni autoridad de los que fiarse para cifrar requerimientos de capital. Los colegas gobernadores, nerviosos, abrieron el debate sobre los cambios regulatorios. Como los médicos con los presuntos cardiópatas, Basilea, en bata blanca, subió al banquero en una bicicleta y estresó su corazón para ver cómo le afectaba el nuevo escenario base y estimar así la sensibilidad de los modelos de capital al ciclo económico.
Colocaron electrodos donde pensaron existía mayor riesgo, entre otros, en los ajustes cíclicos (impacto de las probabilidades de incumplimiento medio de la cartera), la prociclicidad (consumo de capital por encima del empeoramiento real de las condiciones), la concentración (gordura y probabilidad de default podían estar correlacionados), la migración de rating (deterioro de la calidad crediticia de los activos) o la LGD estocástica. Hasta aquí todo correcto. El problema llegó al interpretar los resultados. Porque los electrodos están en fase experimental: no han sido probado en humanos. No existe todavía aproximación metodológica homogénea ni unánime y escoger una u otra implica impactos importantísimos en los parámetros de riesgo y los requerimientos de capital. Según fijemos el baremo, podemos estar en coma o bastante apañados. Un buen estudio de Management Solutions muestra cómo las opciones seleccionadas en el modelo regulatorio implican consumos de capital que pueden alcanzar el 25%. Sin ensayos en humanos, sin autoridad real, la veda, ya abierta con hipotecas, ha puesto los ojos en créditos a PYMES.
El momento me recuerda a la caída del Muro y a la "occidentalización" de la Europa del Este, para la que se tomaron como referencia papers salidos de despachos de Harvard. Eran buenos papers, pero estaban tan alejados de la realidad que provocaron enormes efectos secundarios, por ejemplo, una escalada de corrupción.
La realidad tiene la mala costumbre de no permitir probativas. Hay que palparla y conocerla antes. Estresado, lleno de electrodos, el paciente español se pregunta hoy cómo sería juzgada su salud si la bicicleta fuera alemana, francesa o norteamericana. Porque no nos engañemos: no exigen por igual. A la española se le exige más.
Me sumo a la corriente que señala que esas metodologías están penalizando el crédito y la recuperación económica. Tenemos Bankia, sin duda, pero también entidades que, con las bicicletas de otros, gozan de muy buena salud. Éste no es un problema económico, cuando político.