Alfonso Sánchez-Tabernero Sánchez, rector de la Universidad
Una palabra clave: talento
“Las mejores universidades forman alumnos cultos, creativos y solidarios”
El desarrollo de cualquier país depende, en buena medida, de su capital humano. Cuanto mayor sea el patrimonio de talento, mayor será la riqueza y la posibilidad de crecimiento. De ahí la importancia de la formación de las nuevas generaciones.
Cada universidad tiene su propio proyecto, de acuerdo a su misión, su entorno, su historia y sus recursos. Sabemos que las universidades que se sitúan en los primeros puestos de los ránking coinciden en ser excelentes en docencia, en investigación y en transferencia de conocimiento. El reto es descubrir cómo se logran esos objetivos.
De entrada, podríamos decir que el talento atrae al talento. Las mejores universidades forman ciudadanos cultos, creativos y solidarios, generan ciencia, fomentan la innovación y el emprendimiento, y proporcionan a la sociedad una gran contribución de servicios culturales, educativos y sanitarios.
ENTORNO ADECUADO
En la base de todo eso se encuentra un ambiente de trabajo motivador, un entorno que permite desarrollar proyectos de amplio alcance y una cultura de la colaboración. Una universidad es lo que quiere que sea la gente que trabaja en ella. Se torna necesario promover entornos motivadores para sus profesores e investigadores, que aúnen un alto grado de autonomía y un ambiente intelectual estimulante. Los profesionales comprometidos son los que más se esfuerzan por avanzar en su ámbito de conocimiento.
En este sentido, la confianza se convierte en un factor clave para generar innovación, creatividad y progreso. En un clima de confianza no hay miedo a arriesgar o a equivocarse. Se comparte información y se conversa, en el aula, en los despachos, en la biblioteca o en el laboratorio. Entre profesores, entre profesores y alumnos, y entre alumnos.
COLABORACIÓN INTERDISCIPLINAR E INTERNACIONALIDAD
En este clima de trabajo colaborativo, el avance del conocimiento surge muchas veces de la puesta en común de diferentes enfoques y disciplinas científicas. La colaboración ayuda a superar la fragmentación de los saberes. Cada uno es especialista en su área y sigue la metodología de su disciplina, pero también dedica tiempo a escuchar a otras ciencias para enriquecer así su investigación.
La disposición actual por facultades es una manera de organizarse que tiene su historia y su sentido, pero también sus límites. En la resolución de los problemas del mundo actual, los diagnósticos y propuestas deben tener en cuenta distintos saberes y diversas perspectivas profesionales trabajando de la mano.
Buscar ese equilibrio entre la continuidad y la innovación es clave para tener mejores universidades y atraer talento. En este camino adquiere un papel esencial el fomento de la internacionalidad de nuestros campus, a través de la movilidad de los docentes, la incorporación de profesores/investigadores y estudiantes extranjeros y el impulso de estancias y prácticas de alumnos nacionales en otros países. El hecho de que en las universidades convivan personas de diferentes culturas, lenguas, razas y procedencias geográficas es una realidad formativa en sí misma y un gran atractivo, porque forma individuos de mente abierta, que se interesan por las ideas de los demás y respetan a quienes no comparten sus opiniones.
Las características mencionadas -un entorno adecuado para profesores e investigadores, la colaboración interdisciplinar y la internacionalidad crean un escenario atractivo para los estudiantes.
La formación teórica y práctica del alumno puede enriquecerse con otros muchos
ingredientes: la ampliación del programa de becas, un servicio cualificado de carreras profesionales, que esté en permanente diálogo con las empresas; la mejora de las bibliotecas, el impulso de las actividades deportivas, ambientales, sociales y culturales; la formación en responsabilidad social y ambiental, la sensibilización en voluntariado, etcétera. Los jóvenes que llegan a la universidad quieren ser estudiantes, pero también investigadores, artistas, deportistas, emprendedores, gente solidaria, futuros profesionales que se inicien en una vida laboral digna.
FUTURO ESPERANZADOR
Queda mucho camino por recorrer, pero en nuestro sistema universitario se han producido grandes avances. De hecho, en algunos ránking ya tenemos universidades españolas en puestos destacados entre las casi 20.000 instituciones universitarias de todo el mundo: por ejemplo, en el de las universidades con menos de 50 años, en el de empleabilidad o en el de escuelas de Dirección de Empresas de universidades. Para continuar avanzando en esta dirección, nos conviene mantener un espíritu innovador.
España es un país muy atractivo para los jóvenes europeos y así se manifiesta en la gran demanda de estancias dentro del programa Erasmus. Tenemos una oportunidad de atraer talento que compense en el futuro la caída previsible de demanda interna por la baja natalidad, evitando el cierre de muchas titulaciones y mejorando nuestras enseñanzas. Además, estos estudiantes impulsarán el posgrado y aportarán calidad, visión internacional y recursos a las universidades y a la economía española.
RIQUEZA HISTÓRICA, LENGUA Y POSICIÓN GEOGRÁFICA
Conservamos una tradición universitaria multisecular, así como un rico patrimonio artístico, histórico y cultural. El idioma español, que compartimos con 400 millones de habitantes en el planeta así como la situación geográfica, que constituye un puente entre Europa, América y África, puede favorecer la llegada de estudiantes no sólo de Europa sino de todo el mundo.
No estamos ante un reto fácil, porque las dificultades no faltan, pero las universidades que acierten con su enfoque serán capaces de atraer talento. Lo fundamental no ha cambiado, y es que a la universidad vienen jóvenes con ilusión, con mucho futuro y poco pasado, con una cierta capacidad de deslumbramiento... Y esa es la gran materia prima y la gran esperanza con la que contamos.