Miguel López-Remiro Forcada, Director del Museo Universidad de Navarra , Editor de la Antología de Textos de Mark Rothko, Yale University Press
Mark Rothko, No.1 (Royal red and blue), 1954
Sothebys 13 de noviembre de 2012. Una pieza de Mark Rothko del año 1954, proveniente de un importante coleccionista privado, sale a subasta con una horquilla de precios de remate de entre 35 y 50 Millones de dólares. El precio final que alcanza la pieza asciende finalmente a la cantidad de 75 Millones de dólares.
Hace unos meses, Christie´s subastó un cuadro del mismo autor fechado en 1961 por 86,9 Millones de dólares. Estos datos permiten apreciar la consolidación en el valor de mercado de este artista.
Rothko, nacido Markus Rothkowitz en la ciudad de Dvinsk, Rusia, actual Letonia, en el año 1903, es considerado hoy en día como uno de los más importantes representantes de la cultura de nuestra época. Hijo de farmaceúticos judíos, huye de Rusia, sin saber inglés, para establecerse en la ciudad de Portland, en el Estado de Oregon, EEUU, junto a su familia. A los pocos años obtiene una beca para estudiar en Yale. Tras dos años de estudios deja la Universidad con la idea de convertirse en actor, intención que abandona tras la visita que realiza a un taller de arte, momento en el que decide dedicar toda su vida a la pintura. Era el año 1923. Estaba ya en Nueva York y, en pocos años, protagonizaría la eclosión del grupo artístico conocido como "La Escuela de Nueva York", grupo heterogéneo de artistas que suponen el cambio del centro de gravedad artístico de París a Nueva York.
Rothko emprende una carrera sin igual, y su estilo clásico, caracterizado por las franjas multicapa de colores superpuestos, estilo constante y que ya no abandonaría a partir de principios de los años 50, sigue siendo considerado un referente total en la cultura visual contemporánea. Son muchos los artistas que hablan de Rothko como un visionario en el desarrollo de un modo de abordar la pintura en la cual la abstracción, la pura pintura, es un camino para reflejar su interés por la obra de arte como espacio de comunicación, donde es el espectador quién se convierte el activador de la obra. Rothko en el año 1969, un año antes de su fallecimiento, año en el que realizó la obra donada por María Josefa Huarte al Museo Universidad de Navarra, recibió el Doctorado Honoris Causa por Yale. En aquel momento sentenció como propósito fundamental de su obra la generación de unos espacios de silencio donde el espectador pudiera "arraigar y crecer".
La pieza No.1, 1954 ahora subastada ocupa un lugar privilegiado en la carrera de este pintor, y es que fue una de las nueve obras expuestas en su primera exposición individual en un museo notable: el Art Institute of Chicago, exposición que se ha convertido con el paso de los años en una de las exposiciones más celebradas en la carrera de Mark Rothko. Aquella exposición incluyó obras recientes de este artista, obras que hoy en día están en alguno de los más importantes museos internacionales, como el Museo Guggenheim Bilbao, el Whitney Museum of American Art o la Phillips Collection de Washington. Otro dato importante que demuestra la importancia de esta exposición es que los herederos de Rothko poseen dos de los cuadros que allí se expusieron. Junto a No.1, 1954, hasta ayer en manos de un único coleccionista durante los últimos treinta años, solamente hay otra obra de aquella exposición de Chicago en una colección privada.
Mark Rothko se tomó muy en serio aquella exposición, carteándose con la comisaria de la exposición, Katherine Kuh. Esta correspondencia es bajo mi punto de vista uno de los testigos más valiosos que se pueden encontrar de la importancia que concedía Rothko a su obra. Así se puede leer: "Mis preocupaciones con respecto a mis cuadros son de orden moral y con nada tienen que ver menos que con cuestiones estéticas o históricas"; o al hablar de su negativa a incluir un prólogo en el catálogo de aquella exposición manifiesta: "si existe necesidad y espíritu, se dan los mimbres para una transacción verdadera (entre obra y espectador)".
En aquella correspondencia también encontramos el valor económico que le dio Rothko precisamente a esta pieza: No.1, 1954 es el último de la lista incluida en su carta. Y tenía un precio de venta de 2,500 $.