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José Ramón Villar Saldaña,, Director del Departamento de Teología Sistemática

Maestro y amigo

dom, 16 feb 2014 09:36:00 +0000 Publicado en La Razón

El profesor Lucas Francisco Mateo-Seco falleció ayer después de unos meses de enfermedad. Quienes hemos podido visitarle en la Clínica Universidad de Navarra durante este último tiempo que Dios le ha concedido, salíamos siempre estimulados por su serenidad, cariño y buen humor.

Don Paco, como era conocido entre estudiantes y colegas, fue uno de los profesores, el más joven entonces, que comenzaron la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra en el lejano 1967. Durante veintitrés años fue miembro de su Junta Directiva y maestro de generaciones de estudiantes. Llevó a cabo una notable obra de investigación teológica, como testifican sus publicaciones y los reconocimientos recibidos en España y en el extranjero. Especialmente querida para él fue la tarea de dirigir durante no pocos años la revista científica de la Facultad, Scripta Theologica, que le dedicó un número monográfico con motivo de su jubilación en el año 2006. En esas páginas se describe el alcance de su figura humana, sacerdotal y académica.
En estos pocos párrafos es imposible dar noticia de una vida académica larga e intensa, que fue premiada con la Medalla de Oro de la Universidad de Navarra en el año 2008. Yo quisiera destacar una faceta del profesor Mateo Seco que siempre me sorprendió durante mis años de Decano de la Facultad. Me refiero a su permanente disponibilidad desinteresada para asumir tareas, fueran brillantes o silenciosas, con una diligencia y eficacia inusitadas. Se hizo proverbial en el claustro de profesores el dicho de un colega: «Paco nunca dice que no a lo que se le pide y, además... ¡lo hace!». Conmovedor era su afecto desbordante con sus colegas, alumnos y discípulos; su consejo certero y dedicación paciente a los jóvenes profesores, que después le hemos sucedido en las tareas docentes. Era ejemplar su laboriosidad inverosímil. Quienes hemos tenido la gracia del Señor de compartir con él tantos momentos sabemos que estas palabras no son cortesías convencionales.
 
Naturalmente, la figura del profesor Mateo-Seco no se entendería al margen de su deseo de servicio a la Iglesia. Él no quiso en su vida otra cosa que ser siempre sacerdote, y que todas sus actividades fuesen sacerdotales, también en su quehacer teológico. Él quiso decididamente que su tarea académica fuese una forma humilde y eficaz de poner en práctica el servicio teológico a la Palabra de Dios, como modo de servir a la Iglesia. Ambas cosas, el amor a la Iglesia y la entrega al sacerdocio, marcaron fuertemente su vida con el correr de los años, especialmente con su cercanía a la persona de san Josemaría Escrivá y la vivencia de su mensaje espiritual. La Facultad de Teología tendrá siempre una deuda impagable con quienes, como el profesor Mateo-Seco, echaron sólidos cimientos a esta institución académica. Gracias, don Paco: ¡que el Señor recompense en la Patria su amor y entrega!
 

SEVILLANO DE CUNA, NAVARRO DE VOCACIÓN
El profesor Mateo-Seco fue ordenado sacerdote en Sevilla (provincia de la que era orihundo) en 1959. Se licenció en Teología en Salamanca y obtuvo su doctorado en la Pontificia Universidad de Santo Tomás «Angelicum» de Roma de Salamanca. Tras una etapa como párroco y posteriormente profesor del Seminario hispalense, se trasladó en 1967 a Pamplona, donde iniciaría su larga andadura como docente en Navarra. Se jubiló en 2006. Es autor de un centenar de libros y trabajos científicos en publicaciones internacionales. Entre otros, impartió cursos en Roma, Brasilia, Porto Alegre, México o Bogotá.