José Ramón Villar Saldaña,, Director del Departamento de Teología Sistemática
Maestro y amigo
El profesor Lucas Francisco Mateo-Seco falleció ayer después de unos meses de enfermedad. Quienes hemos podido visitarle en la Clínica Universidad de Navarra durante este último tiempo que Dios le ha concedido, salíamos siempre estimulados por su serenidad, cariño y buen humor.
En estos pocos párrafos es imposible dar noticia de una vida académica larga e intensa, que fue premiada con la Medalla de Oro de la Universidad de Navarra en el año 2008. Yo quisiera destacar una faceta del profesor Mateo Seco que siempre me sorprendió durante mis años de Decano de la Facultad. Me refiero a su permanente disponibilidad desinteresada para asumir tareas, fueran brillantes o silenciosas, con una diligencia y eficacia inusitadas. Se hizo proverbial en el claustro de profesores el dicho de un colega: «Paco nunca dice que no a lo que se le pide y, además... ¡lo hace!». Conmovedor era su afecto desbordante con sus colegas, alumnos y discípulos; su consejo certero y dedicación paciente a los jóvenes profesores, que después le hemos sucedido en las tareas docentes. Era ejemplar su laboriosidad inverosímil. Quienes hemos tenido la gracia del Señor de compartir con él tantos momentos sabemos que estas palabras no son cortesías convencionales.
SEVILLANO DE CUNA, NAVARRO DE VOCACIÓN
El profesor Mateo-Seco fue ordenado sacerdote en Sevilla (provincia de la que era orihundo) en 1959. Se licenció en Teología en Salamanca y obtuvo su doctorado en la Pontificia Universidad de Santo Tomás «Angelicum» de Roma de Salamanca. Tras una etapa como párroco y posteriormente profesor del Seminario hispalense, se trasladó en 1967 a Pamplona, donde iniciaría su larga andadura como docente en Navarra. Se jubiló en 2006. Es autor de un centenar de libros y trabajos científicos en publicaciones internacionales. Entre otros, impartió cursos en Roma, Brasilia, Porto Alegre, México o Bogotá.