16/03/2023
Publicado en
La Voz de Galicia
Mariano González Presencio |
Arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra
No ha sido una sorpresa que el jurado del premio Pritzker, considerado el más pres tigioso en arquitectura, galardonara este año a David Chipperfield, un profesional con una amplia obra, de altísimo nivel de calidad y que se encuentra en el umbral de la madurez. A Chipperfield le podríamos ubicar sin desdoro en la estirpe de los arquitectos estrella, pese a que los que le han tratado destacan su humildad. Se trata de un arquitecto seguro y fiable, poco amigo de estridencias; su obra responde a un análisis profundo del problema y está resuelta con una delicada atención al detalle, desde el orden y el rigor, y con un respeto exquisito al espacio público.
Para algunos, su trabajo, que suponen exento de riesgos, resulta aburrido y monótono o excesivamente clásico. Otros admiramos profundamente su poética, basada en una insistencia paciente en soluciones similares ya comprobadas y, sobre todo, en el hábil uso de estrategias como la repetición y la limitación, que convierten su trabajo en un meditado discurso en torno a las herramientas disciplinares.
En todo caso, nadie puede negar la precisión y la elegancia de su arquitectura. En ella se hace presente el magisterio de Rafael Moneo y de John Pawson, dando continuidad a una saga de arquitectos que entienden la arquitectura como servicio público, respetuosa con el entorno y la historia, y fruto de una disciplina asentada en hondos principios.
Especial mención merece el cuidado con el que se ha entregado al diálogo con el patrimonio arquitectónico. En Berlín, su segunda casa, ha dejado obras extraordinarias, como la restauración (reinvención) del Neues Museum o la de la icónica Neue Nationalgalerie de Mies van der Rohe, en la que ha disimulado su intervención hasta hacerla invisible.
Muy cercano a España y de manera especial a Galicia, donde hace ya muchos años que veranea. Aquí se hizo una sencilla casa de vacaciones en Corrubedo, diseñada con mimo mirando al océano Atlántico, y recientemente, también ha abierto un estudio en Santiago de Compostela. También destacan en España, entre otras obras, la Ciudad de la Justicia de Barcelona —la más importante en tamaño— o el edificio Veles e Vents, en Valencia, quizá la más icónica y arriesgada.
Antes del Pritzker, ya había obtenido el prestigioso premio Mies van der Rohe, la medalla de oro del Royal Institute of British Architects o la medalla Heinrich Tessenow. Además ostenta el título de sir, concedido por la fallecida Isabel II. Por todo ello, demos nuestra más cordial enhorabuena a sir David Chipperfield.