Albert Mengual, Navarra Center for International Development, Instituto Cultura y Sociedad.
La trastienda de los nuevos Objetivos de Desarrollo
Los líderes mundiales acaban de ratificar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que vienen negociando desde 2013. Es un éxito rotundo que 193 Estados miembros hayan alcanzado el consenso en un documento tan amplio, ya que sus cinco ámbitos -personas, planeta, prosperidad, paz y alianzas- van mucho más allá de la mera protección del medio ambiente.
No obstante, sería incorrecto presentarlos como la panacea del progreso mundial sin tener en cuenta los matices que han acompañado tanto al proceso de negociación como a los resultados que de ella se derivan. A continuación analizo algunos de ellos:
Dificultad de las negociaciones
El acuerdo actual ha requerido dos años y medio de negociaciones dentro de un proceso de enorme complejidad. En las negociaciones -la mayor parte abiertas- se han podido entrever los distintos intereses de los Estados miembros.
Jan Vandemoortele apuntaba en El País (10/08/2015) a una cierta incapacidad de los países ricos para fijar una agenda realmente universal, explicando cómo en algunos casos se pretende dar la impresión de que las amenazas al desarrollo se encuentran solo en los países pobres, cuando la realidad no es siempre así.
Al mismo tiempo, Bhumika Muchhala, analista principal de políticas en Third World Network, denunciaba en The Guardian (13/08/2015) la falta de transparencia unida a algunas campañas de presión al final de las negociaciones, lo que podía oscurecer el proceso entero.
Alcance de los Objetivos
Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es el nombre que recibe el documento que se va a aprobar esta semana mediante resolución de la Asamblea General. Se trata de un documento de aspiraciones, lo que significa que no existe ninguna obligación legal de cumplirlo. Eso no es nada nuevo: los únicos textos obligatorios en las Naciones Unidas son las resoluciones del Consejo de Seguridad.
Pero el hecho de que dicho documento no tenga carácter vinculante no significa que carezca de importancia. De hecho, las Naciones Unidas destinarán una partida importante de su presupuesto para llevar a cabo cada objetivo y meta. Además, están a su disposición una serie de indicadores para comprobar su puesta en práctica, de tal manera que los Estados incumplidores van a verse retratados delante de la comunidad internacional.
Consenso con reservas
Los Objetivos y sus metas son teóricamente universales, pero muchos países han dejado entrever reservas a lo largo del proceso, que cabe esperar que se concreten en algunas declaraciones posteriores a la Cumbre de esta semana, como ha hecho ya alguno de los Estados. Las mismas negociaciones no han estado exentas de controversia en la manera de abordar ciertas cuestiones.
En el Anexo al Informe del Grupo de Trabajo Abierto, publicado en octubre de 2014, se perciben inquietudes de algunos países alrededor de puntos tales como la lucha contra el terrorismo, la salud sexual y reproductiva o las sanciones económicas. Son cuestiones que implican unos niveles de compromiso muy altos por parte de los países pobres, niveles que, como se refería también Jan Vandemoortele, los países ricos no están dispuestos a asumir.
Oportunidad histórica
Cuando terminaron las negociaciones, Macharia Kamau, Representante Permanente de Kenia ante la ONU y copresidente de las negociaciones para los ODS, señaló que se trataba verdaderamente de un momento histórico. Pese a todas las debilidades del contenido y elaboración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, estos constituyen una ocasión irrepetible para poner en práctica una agenda de desarrollo global y, a la vez, adaptada a las circunstancias específicas de cada país.
Para ello, es necesaria la generosidad de todos, especialmente de aquellos que por sus posibilidades pueden contribuir de una manera más magnánima al progreso de todas las naciones.