Kepa Solaun, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Navarra
Negociaciones del clima: la tortuga o el hámster
La necesidad científica y la capacidad política de la comunidad internacional han vuelto a enfrentarse en las negociaciones del clima, que han tenido lugar en Cancún hasta el pasado viernes. Los avances han sido tibios, pero al menos se ha conseguido que 193 de los 194 países participantes (Bolivia se ha negado) firmen un acuerdo. Algún experto internacional ha definido el proceso negociador como un dilema entre la tortuga y el hámster. Como en la fábula de Esopo, la tortuga va poco a poco avanzando, mostrando ciertos progresos. Es un proceso largo, pero cada paso la sitúa más cerca de su objetivo. El hámster, sin embargo, está atrapado dando vueltas a una rueda. Por mucho que avance más deprisa, siempre termina en el mismo sitio. En el caso que nos ocupa, probablemente haya algo de las dos cosas. Es innegable que la profundidad del acuerdo no es, ni con mucho, comparable a la alcanzada en el Protocolo de Kioto, hace más de diez años. En esto, el hámster toma la delantera, lo que explicaría el agotamiento de los negociadores que llevan más de una década enfrentándose a las mismas cuestiones, sin avances nítidos.
Hace un año, tras la Cumbre de Copenhague, escribimos otro artículo de opinión explicando mediante la teoría de juegos la paradójica falta de acuerdo en un tema de trascendencia tan alta para todos los países. La raíz del problema estriba en que la situación óptima para cada Estado es que reduzcan los demás. Pero no se llegará a un acuerdo vinculante sin el concurso de los grandes países emisores. Sin embargo, en algunas áreas, como la financiación para la adaptación al cambio climático y la lucha contra la deforestación, la situación es más favorable respecto a la vivida hace un año en Copenhague. Las dos principales novedades de Cancún son la creación de un ' fondo verde ' , mediante el que se recogerán y distribuirán los prometidos 100.000 millones de dólares anuales hasta 2020. La suma se empleará para apoyar la adaptación de los países en vías de desarrollo al cambio climático. Por otra parte, respecto a la lucha contra la deforestación, se han establecido parámetros para financiar esfuerzos concretos y definir qué es y qué no es aceptable.
A diferencia de las exorbitantes expectativas generadas por la Cumbre de Copenhague, Cancún ha sido más realista. Tanto el número de jefes de Estado como de asistentes que han acudido a la ciudad mexicana es menor que los registrados en Copenhague en la edición anterior, lo que ha provocado, a su vez, una menor repercusión mediática.
La gran incógnita sin despejar del acuerdo final es, como se esperaba, la referente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Así, el acuerdo admite que en un futuro será necesario realizar mayores reducciones en las citadas emisiones, pero no especifica mediante qué métodos se logrará ese objetivo.
En resumen, que el hámster sigue bailando en la rueda, pero al menos nos deja algunas pistas para ser optimistas. Veremos si dentro de un año, en Sudáfrica, puede llegarse por fin a un acuerdo vinculante. El 31 de diciembre de 2012, fecha final de los compromisos del Protocolo de Kioto, cada vez está más cerca.