Santiago Álvarez de Mon, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
La Metacrisis
Metacrisis, la crisis que se esconde debajo o dentro de las capas más epidérmicas del referido fenómeno. Ejemplos. 1. La crisis financiera. En su superficie, números rojos, cierre de empresas, despidos a granel… el típico cuadro febril de un organismo enfermo. ¿Tratamiento sintomatológico? Proteccionismo económico en un mundo global, subvenciones, ayudas del otrora denostado Estado, redes sociales de cobertura, etc… Metainterrogantes: ¿Perfil ejecutivo y moral de los profesionales que llevaron el sistema a la quiebra? ¿Consistencia y justicia de las políticas de retribución? ¿Responsabilidad de los reguladores? ¿Vocación del dinero público, salvar a incompetentes instituciones privadas porque son grandes? ¿Crisis de la filosofía del esfuerzo, el mérito y la perseverancia? ¿Responsabilidad de una ciudadanía consumista apalancada hasta las entretelas, que vivía peligrosamente por encima de sus posibilidades? ¿Fractura imprudente de principios y valores que dignifican la actividad empresarial, aplastados por la avaricia darwinista? 2. Medios de comunicación. En la vorágine diaria, mucha desorientación. Deterioro grave de la rentabilidad, ajustes de plantilla, cambios de estructuras organizativas, descenso de la publicidad, fusiones contranatura, y un largo etcétera. Dilemas más hondos. ¿Crisis estructural, de modelo? ¿Nuevos paradigmas? ¿Impacto de Internet? ¿Formatos residuales, emergentes? ¿Papel de un grupo multimedia en la sociedad de la información? Ascenso del periodismo ciudadano, ¿banalización de una profesión? ¿Qué es ser periodista? ¿Cualidades que debieran adornarle: honestidad, humildad, paciencia, curiosidad, libertad? ¿Defectos a vigilar: narcisismo, soberbia, frivolidad, autocomplacencia? ¿Relaciones con el poder económico, político? ¿Misión: informar, entretener, difundir la cultura, controlar al poder, ganar dinero? ¿Capacidad de aprendizaje? 3. Democracia. Ruido ensordecedor. Consustancial a su naturaleza es la alternancia higiénica de gobierno y oposición. Objetivo: estrategias y tácticas para ganar al adversario. Rasgando la superficie otras cuestiones afloran. ¿Razones de la nula credibilidad (problema planetario), de la clase política? ¿Consecuencias del hartazgo y escepticismo de la sociedad civil? ¿Reformas pendientes para renovar y fortalecer la arquitectura de democracias anquilosadas y frágiles? ¿Resistencias previsibles de un aparato político-burocrático averso a la incertidumbre? ¿Argumentos para convencer, inspirar y comprometer a los hombres y mujeres de hoy?
Estos dos planos de análisis también aplican para realidades más mundanas e insustanciales. Un caso de actualidad, mi querido Real Madrid, me duele como a Unamuno España. Inversión multimillonaria, eliminación europea, volcán en erupción que escupe una lava atizada por algunos hooligans de la pluma. ¿Es sensato buscar chivos expiatorios como Higuain, ayer jugadorazo, hoy indefensa víctima propiciatoria (pobre chaval, salvífico hat trick vallisoletano)? ¿En un club serio, el éxito se define por unos centímetros, los que separan un tiro al poste de un gol decisivo? ¿Se estigmatiza el error elevándolo a la condición de fracaso? Hurguemos un poco más. ¿Se puede pedir responsabilidad a quien no se le da el poder? ¿Hasta dónde llega la autonomía decisoria de Pellegrini? ¿Quién ha confeccionado una plantilla con boquetes enormes? ¿Quién ha fichado y prescindido de jugadores? ¿Quién cuida una cantera de talentos que además de jugar de memoria, comparta unos valores? ¿Quién acude al mercado para ordenar los fichajes –centrocampistas y laterales – que suplan las evidentes deficiencias actuales? En definitiva, en la parcela técnica, crítica para un club deportivo, ¿quién manda? Todas esas preguntas, si uno piensa en el Barça, se responden con un nombre y apellido concreto. Sí, ese, exactamente el que usted ha pensado. En el Madrid se necesita una lista de personas que encabeza el que también intuye. Sabiendo que culturalmente no somos el oasis de la Premier británica, Manchester, Arsenal, Barcelona… grandes jugadores y entrenadores libres con plenos poderes, es la fórmula. La ecuación régimen presidencialista-estrellas-entrenador débil no es el camino a la excelencia y la ejemplaridad.
Lo dicho no quita para que el Madrid pueda ganar la Liga, ¡ojalá!, y el Barça acabe la temporada sin ningún título. Caprichos de la bolita, es un juego y como tal impredecible. No obstante, el diagnóstico sobre la bondad de ambos modelos seguiría siendo el mismo. El papel de un buen gestor es diseñar un ambiente de profesionalidad y trabajo que seduzca y propicie "la buena suerte". Tarde o temprano, aptitud y actitud tendrán su oportunidad. Denles tiempo y confianza quitando a los fisgones.