Silvia Pérez Bou, Dr. Arquitecto. Profesora de Diseño de la Escuela de Arquitectura
Hubert de Givenchy: "El secreto de la elegancia es parecer uno mismo"
El 12 de marzo, la Agence France Press comunicó la noticia del fallecimiento del diseñador de moda francés Hubert de Givenchy, a los 91 años, mientras dormía dos días antes. La casa Givenchy, desde su cuenta de Twitter, lamentaba también la pérdida de su fundador, sintetizando en dos las características de su personalidad: un gran exponente del mundo de la Alta Costura Francesa y un caballero que simbolizó el París chic y elegante durante más de medio siglo.
Se podría decir que Hubert de Gyvenchy fue el último referente de la generación del siglo de oro en la alta costura parisiense, desde su primera colección en 1952, con la famosa blusa blanca Bettina hasta sus últimas creaciones en 1995, cuando se retiró de la Maison Givenchy.
El París chic y elegante se reflejó, sobre todo, en su icono, Audrey Hepburn, con quien mantuvo una amistad de más de 40 años, y para quien diseñó prácticamente todo el vestuario de sus películas. Podríamos decir que el epítome de su trabajo fue el “llitle black dress” que llevó la actriz por primera vez en la película “Desayuno en Tiffany’s”, en 1961, y que se ha convertido en un básico atemporal. Sin embargo, aun siendo el vestido negro más famoso de todos los tiempos, Coco Chanel se había atribuido antes la invención de esa prenda.
Nacido el 20 de febrero de 1927 en Beauvais, Francia, en el seno de una familia de coleccionistas y amantes del arte, tuvo el privilegio, como él mismo decía, de crecer rodeado de cosas bellas. Su vocación profesional como modisto germinó siendo muy joven, y a los 17 años empezó a trabajar con el diseñador francés Jaques Fath. Después siguió su carrera con Elsa Schiaparelli y Lucien Lelong, donde compartió taller con otros grandes del mundo de la moda, entonces también noveles: Christian Dior y Pierre Balmain.
Para Givenchy, “el secreto de la elegancia era parecer uno mismo”. Esa elegancia, innata en él y que sabía transmitir en todo su hacer, cautivó también a la princesa Grace Kelly, a la duquesa de Windsor y a Jaqueline Kennedy, la primera dama de Estados Unidos, quien le eligió para diseñar su vestido de falla de seda que utilizaría en la recepción de su visita oficial al Palacio de Versalles (Francia) en1961. Givenchy hizo de Kennedy, por unas horas, un miembro más de una casa real europea. Su estilo femenino y chic de los años cincuenta y sesenta sigue enamorando hoy a la Reina Isabel II del Reino Unido y a otras celebridades americanas y chinas.
Tuve la oportunidad de asistir a su primera exposición retrospectiva en España en el Museo Thyssen Bornemisza hace tan sólo tres años. Había más de 100 trajes (desde la blusa Bettina a los trajes de noche de los 80, pasando por los de Audrey Hepburn), vídeos de entrevistas al modisto, testimonios, etc. El propio Hubert de Givenchy estuvo pendiente del montaje y los detalles de la exposición, asistiendo a la inauguración, en el que posiblemente fuera su último viaje a España.
Además, el ISEM Fashion Business School, colaboró con el Museo Universidad de Navarra, el 14 de enero de 2015, en la organización de la jornada “El espíritu de Givenchy”, dirigida por la profesora Amalia Descalzo, que reunió a conservadores de museos, historiadores de arte, profesores universitarios y más de 70 personas interesadas en su figura y su obra.
Si tuviera que definir su obra, me quedaría con las palabras que él mismo utilizaba: “El secreto de la elegancia es parecer uno mismo”. Esa elegancia, en su caso, además de lo que tenía de innato, era fruto de un espíritu cultivado y de años de trabajo constante. Su pérdida esta semana lleva a reivindicar, como él haría, el verdadero sentido de la elegancia, la vuelta a esa búsqueda de la coherencia. La casa Givenchy y su directora creativa, Clare Waight Keller, actualmente perteneciente al grupo LVMH de Arnault, afrontan un desafío importante si quieren homenajear a su fundador.
Descanse en paz.