Publicador de contenidos

Volver 2024_06_17_FYL_Larrahe

Larrahe, los Vascones y el Latín

17/06/2024

Publicado en

Diario de Navarra

Javier Andreu Pintado |

Catedrático de Historia Antigua y director del Diploma de Arqueología

A mis estudiantes de “Epigrafía e instituciones romanas” del Diploma de Arqueología de la Universidad de Navarra suelo recordarles el valor de la palabra escrita sobre soporte duro en Roma haciendo hincapié en que cada nueva inscripción hace latir más deprisa el corazón de los historiadores. Les explico que las inscripciones nos cuentan historias, muy condensadas pero apasionantes, y que es esa elocuencia la que nos permite conocer muchos aspectos de cuando, en Navarra, fuimos romanos. Bien lo sabemos en Los Bañales de Uncastillo y en Santa Criz de Eslava donde sus repertorios epigráficos –con diferencia los más generosos del antiguo territorio vascón– nos permiten caracterizar los entresijos de la sociedad de hace 2.000 años.

Ese appeal de las inscripciones lo hemos vuelto a palpar estos días. Uno de los filólogos que se mostró más prudente con la interpretación vascónica de la mano de Irulegi advertía al equipo que, del CSIC de Mérida, excava en El Turuñuelo de Guareña (Bajadoz), de la presencia de un signario tartésico -de hace cerca de 3.000 años- en una pizarra con escenas de guerreros que presentaban como hallazgo de su nueva campaña de excavaciones. El pasado sábado, en Navarra, los Vascones volvían a la palestra mediática con la presentación, por parte de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, del hallazgo, en Larunbe, de un hermoso altar de piedra con cinco líneas de texto y dedicado a la divinidad vascona Larrahe que ya conocíamos por otras atestiguaciones más meridionales y que se convierte ahora en la deidad indígena mejor representada en el territorio vascón. La pieza, del siglo I d. C., documenta el voto que una mujer, Valeria Vitella, hizo a esta divinidad. En la presentación del documento se ha insistido mucho en el teónimo, Larrahe, pero poco se ha hablado del nombre de la dedicante, netamente romano, y que atestigua en su estructura onomástica un segundo elemento, el cognomen, Vitella, que es la primera vez que comparece en la península ibérica si bien su variante masculina, Vitulus, “ternero”, ya era conocida en las inscripciones del foro de Los Bañales. Ese elemento onomástico pone de manifiesto el gusto de nuestros ancestros de hace 2.000 años, por obtener del campo semántico de la fauna sus nombres personales algo que, por ejemplo, se muestra muy bien en las casi treinta inscripciones de Santa Criz. Frente al superado tópico de unos vascones irredentos, la pieza de Larunbe muestra a unos vascones muy romanizados y en intercambio cultural con una población fuertemente latinizada, perfectamente romana.

En estos días en que ha pasado la EvAU y se publican en los medios los rankings de las titulaciones universitarias más demandadas por el mercado laboral resulta satisfactorio comprobar cómo gracias a los estudios clásicos, a las humanidades, cinco formulares líneas de texto epigráfico en Latín nos siguen emocionando 2.000 a