Javier Gil Guerrero, Proyecto ‘Religión y sociedad civil', Instituto Cultura y Sociedad
El dinero del Shah, la influencia del rey y la UCD
Los diarios del ministro de la corte y confidente del Sha, Asadollah Alam, resultaron ser una bomba de relojería para la reputación de la familia real y de la alta sociedad iraní. Alam recogía meticulosamente las idas y venidas del palacio, así como sus conversaciones privadas con el Sha y otros dignatarios. Nadie sabía de sus diarios, celosamente guardados en una caja fuerte tras su muerte en 1978. No fue hasta mucho después de la revolución islámica de Irán cuando se supo de ellos.
Entre las miles de anécdotas que albergan los diarios (traducidos y editados en inglés hace unos años por su amigo Alinaghi Alikhani) nos encontramos con la reproducción de una carta que el entonces rey Juan Carlos envió al Sha desde Zarzuela en junio de 1977. Dirigiéndose al monarca Iraní como "hermano", D. Juan Carlos afirma que la dictadura de Franco había hecho muchas cosas buenas por España. No obstante le advierte de la fuerza del PSOE, un partido al que define como "marxista" y que ve como un riesgo para la "seguridad" de España. El rey se lamenta de que la derecha cuenta con el apoyo de la banca española mientras que los socialistas cuentan con el apoyo financiero de Venezuela y otros países, lo que deja a su candidato, Alfonso Suárez, sin recursos suficientes para hacerles frente.
Por ello, para preservar la monarquía en España y la civilización occidental, el entonces rey le pide ayuda económica al Sha. "En nombre" de Suárez, se toma la libertad de solicitar al Sha diez millones de dólares para financiar la campaña electoral de Suárez en las municipales, algo que ayudará al "fortalecimiento de la monarquía española". Informa al Sha de que, en caso de que acceda a su petición, enviará a Teherán a su hombre de confianza y amigo, Alexis Mardas, para gestionar el dinero.
En un intento de diversificar las fuentes de ingresos para la UCD, mientras el rey enviaba la carta, también se apresuraba a coordinar la visita de Suárez a Arabia Saudita, donde, acompañado de otro hombre de confianza del rey, pediría otro préstamo a la monarquía de Saud para financiar la campaña electoral.
No era la primera vez que algún líder europeo o americano acudía a la monarquía iraní o audita para obtener una fuente de ingresos extra. Los diarios de Alam recogen también la visita de algunos delegados de Nixon de cara a las elecciones presidenciales. Pero, al contrario que Juan Carlos, estas peticiones se solían cursar de forma oral, discreta e implícitamente. Lo que asombró y asustó al Sha fueron las toscas maneras de Juan Carlos: su manera de pedirlo directamente, sin rodeos, y por escrito. Más precavido, el Sha contestó a su carta sin aludir al tema, ya que prefería no dejar constancia de ello y tratarlo cara a cara con el enviado de Juan Carlos.
La corte iraní seguramente disculpó el atrevimiento de Juan Carlos. Al fin y al cabo era todavía un novato en estas cuestiones y apenas llevaba unos años en el cargo. Lo sorprendente es que tras décadas en el trono, los Borbones hayan proseguido con la misma candidez y falta de desparpajo estos asuntos. Desde la transición a nuestros días poco ha cambiado. Los españoles seguimos quedándonos al margen de todas las intrigas palaciegas.