Rafael María Hernández Urigüen, , profesor en ISSA y la Escuela de Ingenieros - Tecnun
22N: Cada vida importa. Miguel entregó la suya por David
Desde hace unas semanas compruebo buen ambiente entre universitarios y universitarias de Guipúzcoa que van reservando plazas en los autobuses que acudirán el próximo sábado a Madrid para manifestarse a favor de la vida humana, la mujer y la maternidad bajo el lema "Cada vida importa". Charlas, conferencias y el boca oído están constituyendo buenos medios de comunicación entre los jóvenes de la universidad que no ocultan su compromiso.
Mientras reflexionaba sobre este fenómeno esperanzador he releído la conmovedora historia del joven párroco Miguel Conesa el joven párroco de Bullas (Murcia) que con sus 36 años falleció en el accidente de autobús hace poco más de una semana junto a otras 14 personas. Sus feligreses han declarado a los medios cómo este sacerdote «era un ejemplo a seguir, siempre tenía una sonrisa para todo el mundo, nunca decía que no a nada».
Su último gesto de entrega poco antes de que el autobús en que viajaba se estrellase, ha corrido a través de los medios y constituye, sin duda el testimonio más conmovedor de lo que supone ser presbítero identificado con Cristo, dispuesto a dar su vida por los amigos. Al percibir el peligro inminente, Miguel ajustó el cinturón de seguridad al niño que tenía a su lado, sin que a él le diera tiempo a ponerse el suyo mientras arropaba con su propio cuerpo a David salvándole así la vida
Si cada vida importa, como reza el lema del 22N, el párroco de Bullas ha rubricado esta urgente verdad entregando la suya por un niño.
Esta misma semana ha conmocionado también a la opinión pública la contundencia con que el Papa Francisco, una semana después del accidente en que Miguel entregó su vida, destapaba en Roma los verdaderos móviles de la subcultura que preconiza el aborto y la eutanasia. En el marco de la Audiencia a la Asociación médica italiana afirmó: "El pensamiento dominante propone a veces una ‘falsa compasión': la que se presenta como una ayuda a la mujer el favorecer el aborto; como acto de dignidad procurar la eutanasia; como una conquista científica ‘producir' un hijo considerado como un derecho y no como un don; o usar vidas humanas como conejillos de Indias para salvar presumiblemente a otras". "La compasión evangélica, sin embargo, es la que acompaña en el momento de la necesidad, es decir la del Buen Samaritano, que ‘ve', ‘se compadece', se acerca y ofrece ayuda concreta"
Estamos en un buen momento para para poner ante los ojos de los jóvenes universitarios testimonios como el del joven párroco de Bullas que con 36 años ha mostrado lo que supone una auténtica compasión inspirada en el Evangelio. Quizá en los programas de nuestras universidades quede todavía un lugar para esta asignatura todavía pendiente. Ojalá el 22N suponga un despertador eficaz de las conciencias