Recientemente le he leído a Robert Skidelski que el pasado mayo el presidente de Irlanda indicaba a los alumnos de económicas de la Universidad de Chicago que estaban estudiando una disciplina deformada.  Deformada porque se la había desconectado de sus raíces éticas y filosóficas.  Explicaba el presidente como las recientes turbulencias han puesto al descubierto la incapacidad de las herramientas intelectuales de la corriente principal de la disciplina acerca de la sostenibilidad y autorregulación de los mercados. Me pregunto si las "turbulencias" reveladas por el informe del Comité de Inteligencia del Senado no ponen también en evidencia la incapacidad congénita de las herramientas que en las áreas government / int. relations empleamos para construir un mundo mejor.  Ciertamente el armazón construido por los conceptos governance, leaderhsip o empowerment no ha aguantado ni un envite a la propuesta abrazada por la CIA, esa que ya estaba encerrada en la respuesta de los atenienses a los melios: "los fuertes hacen cuanto pueden y los débiles sufren cuanto deben".  Probablemente porque no está construido para ello.  Debemos retomar el rumbo.  Menos superficialidad y solubilidad, más reflexión y compromiso; menos cascarones huecos –¿Dónde queda la dignidad de la persona en el concepto globalization?– y más búsqueda de la verdad.  Sólo así contribuiremos a suplir las carencias a las que se refería el presidente Higgins, sólo así avanzaremos.