Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la Facultad de Educación y Psicología
Nunca tantos se sintieron tan solos
Con frecuencia los noticieros nos informan de que una persona ha muerto sola y sin que nadie lo sepa hasta pasado algún tiempo. ¿Hay algo más amargo que una agonía solitaria y en el anonimato, no en un despoblado, sino en una comunidad de vecinos?. Lo que no solía pasar en los pueblos primitivos, está pasando en los que ahora se consideran desarrollados y llegan hasta la idolatría de lo social.
Si nos damos un paseo por un parque público encontramos casi siempre alguna persona solitaria sentada en un banco. La gente suele pasar de largo. Es muy instructivo pararse y sentarse a su lado. La conversación surge fácilmente y por iniciativa del “sólo”, porque tiene necesidad de compañía y, sobre todo, de que alguien le escuche.
Un estudio de la Universidad de Brigham Young en Utah (EEUU) ha demostrado que la soledad puede afectar negativamente a nuestra salud. Todos podemos ser solitarios en algún momento de la vida debido a algún acontecimiento doloroso, como, por ejemplo, el divorcio de los padres o la ruptura con nuestro mejor amigo, pero no es tan más problemático como la soledad crónica.
En los niños, la soledad persistente es la causa de muchos abandonos escolares. Esos niños se polarizan en su estado de marginación y pueden desarrollar conductas delictivas y otras formas de comportamiento antisocial, tanto inmediatas como a largo plazo.
Las experiencias en la infancia que favorecen la soledad no deseable suelen predecir la soledad durante la edad adulta. Los niños solitarios pueden perder muchas oportunidades de interactuar con sus compañeros y de aprender habilidades sociales útiles para la vida futura.
Estar sólo es diferente de sentirse solo. Se puede estar solo sin sentirse solo, porque se ama la soledad como situación para reflexionar, contemplar y encontrarse consigo mismo; esa es una soledad deseada, activa y fecunda. Una persona puede estar sola físicamente durante mucho tiempo pero relacionada con ideas y valores que le aportan un sentimiento de comunión y pertenencia con otra personas.
Hay personas que se sienten solas a pesar de estar rodeadas de otras (en la familia, en la escuela o en el trabajo). Nos sentimos solos cuando no somos capaces de hablar con nosotros mismos o de escucharnos; nos convertimos así en unos desconocidos para nosotros mismos, hasta el punto de que en algunas ocasiones no nos reconocernos en lo que decimos. La raíz de ese problema suele ser el miedo a enfrentarse consigo mismo, a encontrar algo que no nos guste. Para Mark Twain, la peor soledad es no estar cómodo con uno mismo.
Cuando el sentirse sólo es persistente, puede generar trastornos de personalidad que mueven a comportamientos violentos. Un ejemplo es el de David Chapman, el joven solitario que asesinó a John Lennon. Desde la cárcel declaró que en aquella época “tenía una crisis de identidad tan grande que necesitaba matar a alguien,” preferentemente a un personaje famoso que le hubiera decepcionado. La idea de ser noticia mundial en los periódicos aliviaba el sufrimiento de ser un donnadie; quería ser alguien; tendría una identidad nueva y conocida por millones de personas: la de ser quien asesinó a John Lennon.
Los jóvenes que se sienten solos, en muchos casos tuvieron una infancia solitaria, debido a la ausencia habitual del padre y de la madre por motivos de trabajo. Es la situación de “los hijos-llave”. Muchos niños, cada tarde, abren la puerta de su casa vacía con la llave que sus progenitores les dieron por la mañana. Y “para que no se sientan solos” les proporcionan diversidad de artilugios digitales.
Gustav Thibon señala que en la sociedad de ahora existe un enclaustramiento de los individuos y una indiferencia masiva respecto del prójimo. Añade que se está dando un proceso de erosión social que Paul Valéry llamaba «la multiplicación de los solos». Ese proceso suele afectar también a las familias: sus miembros actúan cada vez de forma más independiente entre sí: cada uno a lo suyo. En muchos casos están afectados por la ideología del “nuevo individualismo,” que impregna actualmente a la sociedad y que se presenta como un “nuevo estilo de vida”.
El individualismo puede generar alienación (pérdida de identidad). Algunos individualistas desengañados, tras tocar fondo, intentan romper con esa actitud. Una viñeta humorística de David Bomy lo expresa así: “He iniciado un tratamiento de desintoxicación de mí mismo”.