18/03/2021
Publicado en
Las Provincias.es
César Martín-Gómez |
Profesor e investigador de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra
¿Pueden estacionarse los coches eléctricos en aparcamientos subterráneos públicos y privados? Una reciente iniciativa de la ciudad alemana de Kulmbach ha prohibido a los usuarios de vehículos eléctricos dejar su automóvil en estos espacios. Y la medida tiene su razón de ser.
En España, en Europa, se dispone de decenas de miles de plazas de aparcamiento asociadas a edificios construidos. Es de suponer que un alto porcentaje de ellas se ocuparán en los próximos años con vehículos eléctricos. No obstante, estas plazas fueron diseñadas atendiendo a los requerimientos de protección contra incendios de vehículos de combustión, no eléctricos.
Si bien tanto los fabricantes de vehículos eléctricos como los instaladores de puntos de carga aseguran que se trata de sistemas muy seguros -y es así- no existen sistemas perfectos, infalibles. Y es que los incendios en motores eléctricos han de apagarse con procedimientos distintos a los de los motores térmicos, con lo que esto implica de afección a todo el espacio del aparcamiento, y a la propia estructura física del edificio.
Entonces ¿es excesiva la medida implantada en Kulmbach? O planteado de otro modo: ¿qué sucederá cuando el parque de vehículos eléctricos de nuestras ciudades se multiplique por 100 o por 1000? Por pura estadística, se multiplicarán los accidentes proporcionalmente.
En este marco, hace casi un año -en pleno confinamiento- se presentó en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra un estudio que ya aportaba medidas para mejorar la seguridad de vehículos eléctricos en los aparcamientos subterráneos.
Entre ellas había medidas pasivas (como aumentar la distancia entre vehículos de combustión y eléctricos); activas (entre las cuales figura la colocación de cámaras termográficas); acciones de mantenimiento para prevenir este tipo de accidentes (supervisar los procesos de carga), y pautas normativas referidas a la conveniencia de adaptar los criterios de la normativa estadounidense de protección contra incendios a la casuística española.
Este estudio, que evidentemente requiere de investigación adicional, no plantea medidas complejas ni caras. Más bien todo lo contrario: detalla cambios que estamos a tiempo de implementar, a la vista del impulso que va a vivir este sector y que puede suponer la creación de nuevos puestos de trabajo, como acabamos de conocer tras la reciente noticia del Consorcio del Gobierno con el Grupo Volkswagen e Iberdrola para levantar una planta de baterías de coches eléctricos en España.
Resulta evidente que la movilidad eléctrica posee un alto valor añadido para el sector del automóvil. Por todo ello, desde la experiencia que nos aportan más de veinte años de trabajo e investigación en el área de instalaciones en edificios, consideramos que los nuevos usos deben conllevar nuevas respuestas arquitectónicas transversales que atiendan a múltiples perspectivas.
La ciudadanía tiene el derecho, casi el deber, de utilizar vehículos cada vez menos contaminantes; sean híbridos, eléctricos o con pila de combustible de hidrógeno (la alternativa que, personalmente, más me convence, pero eso sería tema para otra reflexión).
Del mismo modo, los arquitectos tenemos el deber y la responsabilidad, junto con los legisladores, de garantizar la seguridad en los edificios. Ahora es el momento de desarrollar planes de seguridad para estos nuevos usos, antes de que se instalen miles, decenas de miles de puntos de carga en el interior de los edificios. Si las autoridades competentes tienen alguna duda sobre la relevancia de hacerlo o no, que pregunten por esta cuestión a los servicios de bomberos de nuestro país. Seguro que ellos tienen mucho que aportar.
Al fin y al cabo, tan urgente resulta la implantación del vehículo eléctricos para contribuir a la descarbonización de nuestras ciudades, como lo es mantener y mejorar los niveles de seguridad de los ciudadanos.
Nuevas tecnologías requieren implementar la seguridad con nuevas medidas. No son suficientes las anteriores. La mano izquierda plantea cosas nuevas, la derecha debe actuar en consonancia.