Dr. Antonio Fontanellas, Investigador del Programa de Hepatología del Cima Universidad de Navarra, especializado en el desarrollo de nuevos tratamientos para las porfirias
El regalo de la ciencia
La medicina personalizada en las enfermedades genéticas raras es ya una realidad gracias a los avances científicos en biología molecular
PCR, inmunoglobulinas, genoma, o terapia génica son algunos términos científicos que, poco a poco, se van instalando en nuestro vocabulario habitual. Los avances científicos en biología molecular han significado una revolución para la medicina, especialmente en las enfermedades genéticas raras, otra referencia cada vez más familiar. Reciben este nombre por ser poco frecuentes ya que afectan a menos de 5 habitantes por cada 10.000, esto es a más de tres millones de personas en España (el 6% de la población).
Existen cerca de 7.000 enfermedades raras, patologías de carácter crónico y degenerativo que, en su mayoría, son de origen genético. Se producen por pequeños cambios en uno de los 30.000 genes organizados en los 46 de cromosomas de nuestro genoma. Es decir, una aguja en un pajar. La aplicación de las técnicas de biología molecular está consiguiendo detectar con precisión el origen, las causas que producen los síntomas y también proponer soluciones personalizadas para cada enfermedad e incluso para cada individuo, casi “a la carta”.
Para algunas de estas enfermedades su tratamiento personalizado es ya una realidad. Existen hasta siete tratamientos genéticos aprobados por las autoridades sanitarias americanas y europeas disponibles para los pacientes. Estos tratamientos son terapias avanzadas de terapia génica dirigidos a curar enfermedades de la sangre, como la anemia por beta talasemia; de la visión como la amaurosis retiniana congénita de Leber, o que afecta a la capacidad de movimiento en la atrofia muscular espinal. Para otras dolencias, solo se ha conseguido un alivio de las molestias, pero son un punto de apoyo para llegar a la curación.
Hoy celebramos el Día internacional de los pacientes con porfiria, una de estas enfermedades cuya investigación está ofreciendo resultados esperanzadores. Según la Red Europea de Porfiria (European Porphyria Network) unos 6 mil europeos padecen esta enfermedad, en España son entre 500 y 1000 las personas afectadas. Las porfirias son enfermedades que afectan a la fabricación del hemo, una molécula de múltiples y variadas funciones en las células, como la producción de energía. Un defecto en alguno de los genes que regulan (como si fueran semáforos) la formación del hemo, causa uno de los dos tipos distintos de porfirias: las que afectan a la sangre (glóbulos rojos o eritrocitos) y las que atañen al hígado. En la sangre, el hemo ayuda a trasportar el oxígeno de los pulmones al resto de órganos. Y en el hígado, el hemo es un elemento esencial que gestiona y elimina los residuos tóxicos que genera nuestro organismo o que recibimos del exterior.
En la sangre, la porfiria está causada por una mutación que produce un atasco de unas moléculas llamadas porfirinas. La acumulación de estas moléculas provoca graves daños en la zona de la piel expuesta a la luz solar. Como consecuencia, los niños y adultos que sufren estas porfirias, tienen que permanecer confinados durante el día o salir al exterior completamente cubiertos. Recientemente se ha desarrollado un implante subcutáneo que acelera el bronceado sin necesidad de exponerse al sol. Este bronceado artificial funciona como una capa protectora que incrementa el tiempo de exposición al sol. Aunque mejora la calidad de vida de los pacientes, no soluciona el origen de la enfermedad. En este sentido, hay en marcha un par de investigaciones prometedoras: una consigue reparar el defecto de uno de los genes causante de un tipo de porfiria -la protoporfiria eritropoyética- y, la otra, mejorar la función de la proteína defectuosa en otro tipo de porfiria sanguínea -eritropoyética congénita-. Se está trabajando para probarlo en pacientes en un futuro próximo.
En pacientes con porfirias hepáticas pueden producirse atascos metabólicos en el hígado que acumula sustancias tóxicas que viajan por la sangre hasta el sistema nervioso. Esto puede ser producido por algunos medicamentos, dietas estrictas, infecciones virales o el estrés prolongado. Sin embargo, el factor principal son las hormonas femeninas asociadas al ciclo menstrual, por lo que las mujeres jóvenes con responsabilidades laborales y familiares son el colectivo más vulnerable. Los síntomas empiezan con un dolor abdominal implacable, hipertensión, insomnio, depresión, problemas en la coordinación motora e incluso alucinaciones. En algunos casos se producen daño en el riñón y complicaciones neurológicas graves cuya única cura es el trasplante hepático.
Recientemente, se ha aprobado un nuevo medicamento que previene la formación de estas moléculas tóxicas y reduce la mayoría de los síntomas en los pacientes graves. En el Cima Universidad de Navarra estamos trabajando en nuevos medicamentos que eliminan el atasco en pocas horas. Administramos una molécula “informativa” (un ARN mensajero) que enseña al hígado a fabricar su propio “medicamento”. La clave es su transporte que realizamos mediante nanocápsulas de lípidos y que permiten repetir el tratamiento tantas veces como sea necesario. En otro estudio preclínico, unimos este “medicamento” a un componente de la propia sangre que lo transporta allí donde se acumulan los tóxicos (el hígado y el sistema nervioso). Su gran ventaja es que el paciente se lo autoadministraría (como un pinchazo de insulina en diabéticos) para acabar con los dolores, sin necesidad de desplazarse al hospital.
Además de estos avances, en la situación sanitaria actual es relevante mencionar que, en los pocos casos estudiados, no se ha detectado que el nuevo coronavirus pudiera afectar de manera negativa a los afectados con porfiria.