Francisco Ponz Piedrafita, rector de la Universidad entre 1966 y 1979
Instrumento fiel de la Universidad de Navarra
El autor recuerda los momentos en los que Sánchez Bella tuvo que poner en pie la Universidad de Navarra
La noticia del fallecimiento del profesor Sánchez Bella corrió ayer veloz por cuantos hemos tenido algo que ver con la Universidad de Navarra, conmoviendo los corazones. Su nombre evoca en colegas, estudiantes, empleados y muchas familias navarras recuerdos vivos y entrañables. Él fue el hombre base, el instrumento fiel, emprendedor plenamente entregado a hacer realidad el ardiente deseo de San Josemaría Escrivá de que hubiera en Pamplona una Universidad. Una Universidad de buen nivel académico y de inspiración cristiana, en la que muchos estudiantes navarros, junto a otros de España y del mundo, pudieran realizar estudios superiores.
Ismael Sánchez Bella (Tordesilos, Guadalajara, 1922) fue muy pronto con su familia a Valencia, donde estudió Derecho. Interesado por las instituciones del Derecho Indiano, estuvo en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla y viajó luego a Madrid donde realizó el doctorado bajo la dirección del profesor García Gallo.
Nos encontramos de estudiantes, en 1940, hace ahora cerca de 80 años. Era muy valioso, alegre, animoso, con iniciativa y empuje personal, con viveza para marcarse objetivos y con tenacidad para alcanzarlos. Uno y otro habíamos conocido a San Josemaría Escrivá poco antes y nos habíamos sentido llamados por Dios a seguir el espíritu del Opus Dei.
Sánchez Bella optó muy pronto por dedicarse a las tareas del profesorado universitario, en las que veía una forma ilusionante de servir a la sociedad, de contribuir al avance y transmisión de los saberes y a la maduración de la personalidad de los estudiantes. A finales de 1949 obtuvo por oposición la cátedra de Historia del Derecho de la Universidad de La Laguna y muy poco después emprendió viaje a la República Argentina, donde fue clave para los comienzos de la labor del Opus Dei. Sin medios económicos, pudo sobrevivir gracias a que era invitado a pronunciar conferencias en instituciones universitarias. Asimismo, fue solicitado como profesor de la Universidad del Litoral, en Rosario, donde realizó una espléndida labor académica y cultural.
En la primavera de 1952 San Josemaría vio ya oportuno que comenzara en Pamplona la Universidad de Navarra, una idea que acariciaba en su corazón y encomendaba a Dios desde mucho tiempo antes. El proyecto fue recibido con profundo gozo y satisfacción por el Obispo y con gran entusiasmo y amplias promesas de apoyo por la Diputación Foral de Navarra. Era preciso encomendar a un universitario prestigioso la dirección y puesta en marcha de la nueva Universidad y el profesor Sánchez Bella, de bien probadas aptitudes, aceptó libre y generosamente el desafío regresando a España.
En menos de tres meses debía buscar profesores para el primer curso de Derecho, encontrar locales apropiados, anunciar el comienzo de las clases, concretar las promesas de la Diputación para atender a un presupuesto ajustado y gestionar con el Ministerio el valor de los estudios cursados en Pamplona en un ambiente y legislación pública de monopolio del Estado en la enseñanza superior universitaria. El temple humano y sobrenatural de Sánchez Bella no le hicieron vacilar ante todas esas dificultades. Alguien dijo por entonces que se había pensado en él porque era persona de tanto optimismo que no se daría cuenta de que lo que debería hacer era humanamente imposible.
La fe y oración del fundador de la Universidad, en las que se apoyaban las de don Ismael; lo generoso del empeño; la satisfacción de la Diputación Foral al ver que se iba a complacer por fin un anhelo secular del Viejo Reino; y por supuesto, la rectitud de intención, infatigable tenacidad y excelentes condiciones personales de quien dirigía la realización del proyecto permitieron que naciera en Pamplona una institución que se convertiría pronto en una buena y respetable Universidad en cooperación con las demás del mundo.
Amor y espíritu de servicio a Navarra, su nueva tierra
En Pamplona, Sánchez Bella se hizo cien por cien navarro y se centró en servir a su nueva tierra con todas sus fuerzas. Aquí pasó 66 años de su larga vida y durante unos 32, participó en las más altas responsabilidades del gobierno de la Universidad, por amor y espíritu de servicio a Navarra. El fue el primer rector (1952-1960), pero siguió después como vicerrector hasta 1986. En ese largo tiempo, y muy especialmente durante su primer tercio, tuvo lugar un extraordinario desarrollo de la Universidad en nuevas enseñanzas, investigación, profesores, alumnos y personas para los distintos servicios. Y, lo que es más importante, fue cuajando en ella un modo de entender la tarea académica y la entera vida universitaria conforme al espíritu que san Josemaría quería: un ambiente de amor a la verdad y a la libertad; de relación abierta y sincera; de aprecio a la dignidad de las personas y sus opiniones; de ausencia de todo tipo de discriminaciones; de esmero en el trabajo bien hecho; de rechazo a la violencia y menosprecio; de bienquerencia, alegría y perdón, que preparan para la convivencia.
Sánchez Bella contribuyó en muy alto grado a que se fueran haciendo realidad, con fidelidad, los propósitos fundacionales de la Universidad de Navarra. Fue sin duda un gran universitario, que desplegó su singular función de dar comienzo a esta institución con la altura de miras de excelente maestro, de investigador riguroso y de buen cristiano, que sólo busca el bien terreno y eterno de todos.