Víctor Pou , Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Estado de emergencia
La economía española ha entrado en el año nuevo con los viejos problemas conocidos, que se agigantan por momentos. A pesar del optimismo oficial, seguimos deslizándonos peligrosamente hacia situaciones muy delicadas que entrañan riesgos evidentes de conocer una fase prolongada de recesión o de crecimiento muy débil, lo que significaría poner fin al proceso de convergencia español con las principales economías de nuestro entorno iniciado en 1985 y consolidado entre 2002 y 2007.
El año 2009 se ha cerrado con un déficit presupuestario que se ha quintuplicado, al pasar de 13,9 millones a 71,5 millones de euros hasta noviembre, lo que equivale al 6,8% del PIB. A este desequilibrio hay que sumarle el de las autonomías y los ayuntamientos, lo que provoca un déficit total que ya supera el 11% del PIB. Las finanzas públicas avanzan hacia una situación insostenible, caen los ingresos y suben los gastos, mientras que la deuda pública ha pasado del 36% del PIB en el 2007 al 60% actual.
Las subidas impositivas anunciadas - rentas del capital e IVA-tendrán un impacto reducido y son desaconsejadas por los organismos internacionales. Se han tomado a pesar de las recomendaciones de la OCDE, que apuntan a la conveniencia de esperar hasta el 2011 o incluso el 2012.
El Gobierno trata de presentar un programa de consolidación fiscal a cuatro años vista para reducir el déficit de todas las administraciones públicas al 3% en el 2013, tal como exige la Comisión Europea, pero no es capaz de concretar el camino para alcanzar este difícil objetivo.
Haciendo un paralelismo entre una economía nacional y una economía familiar, el sentido común exigiría que el cabeza de familia empezara por reconocer la gravedad de la situación - un verdadero estado de emergencia-,enmendara las medidas incorrectas tomadas anteriormente y adoptara, por una parte, medidas drásticas de contención del gasto y, por otra, propiciara el crecimiento de los ingresos facilitando las actividades de los miembros de la familia.
La contracción fiscal del 2010 es muy parecida a la que se adoptó en Japón en 1997 y que llevó a este país a la recesión más profunda registrada desde el final de la II Guerra Mundial. En ese país, a una década prodigiosa siguió otra perdida. Si no hacemos los deberes, a los largos años del boom español anterior al 2007 podría seguir nuestra propia década perdida.