19/03/2021
Publicado en
Diario de Navarra
Roberto Cabezas |
Director de Fundación Empresa y Career Services de la Universidad
Navegamos con vientos muy agitados. ¿Qué hacer en nuestras empresas ante estos escenarios cambiantes e inciertos? ¿Por dónde tirar? ¿Por dónde empezar? ¿Estamos perdidos? Perdidos no, quizá desorientados, desconcertados y un tanto aturdidos por los duros empellones inclementes que hemos recibido estos últimos tiempos. Ahora más que nunca deben aflorar los líderes: visionarios, atrevidos, que en tiempos complejos conducen saliéndose muchas veces del camino trazado, intentando lo que no se ha probado antes. Esos son los esenciales. Personas iluminadas que tienen un buen "qué", un buen "por qué" y que encuentran un "cómo" épico, heroico y de gran valor social.
Tengo la impresión que estamos ante una evidente regresión y aquí veo que surge una paradoja: extraordinarios avances y progresos tecnológicos y en muchos otros terrenos, a la vez, un déficit mundial de visión global y de liderazgo excelente.
Liderar en entornos tan complejos como los actuales no es una tarea fácil. La incertidumbre por la pandemia, los cambios demográficos y sociales, el impacto de la tecnología, la globalización, las nuevas generaciones, etc. Cambios en el entorno competitivo, en los hábitos y preferencias del consumidor, en los procesos y operaciones, en las regulaciones. Algunos se ven venir, pero otros no. Hay que estar siempre alerta, y eso significa dedicar tiempo a pensar en el largo plazo y a cuestionarse cómo pueden evolucionar en el futuro los pilares que sustentan la competitividad de cada uno de nuestros negocios.
Cuando un líder despierta en las personas las conciencias, y no me refiero a manipular las conciencias sino todo lo contrario, a ser un activador, un provocador de conciencias, las personas se mueven, se entusiasman y se comprometen. El líder debe entender que su misión no es mandar, sino inspirar en pos de un propósito común.
Un líder debe ser ejemplar y transmitir por medio de sus acciones y palabras que él se mueve por motivos trascendentes, para que el resto de la organización también anhele moverse en la vida por estas motivaciones mayores. Esta honesta actuación le confiere a la larga plena autoridad. Pienso que la ejemplaridad es la única manera de alcanzar la autoridad, fin último del liderazgo, siempre actuando con el máximo equilibrio.
Ojo, el líder tiene que ser competente. Un líder siempre se inspira en la excelencia del trabajo bien hecho, de la tarea bien lograda. Si en vuestras empresas solo los jefes ejercen como líderes entonces existe un gran problema. Un líder tiene que ser capaz de ver más lejos y dejar la miopía directiva que tanto daño les hace a las compañías.
El líder crece y hace crecer a su entorno. Con espíritu de servicio, apartando su ego de la ecuación para que las sinfonías de talentos logren explotar al máximo sus mejores versiones personales y profesionales, creando constantemente oportunidades para todos. Un líder es una persona que ostenta el valor de la responsabilidad. Sabe que su liderazgo le confiere poder y utiliza ese poder en beneficio de otros. El uso correcto de ese poder fecunda, acrecienta y fortalece la figura de autoridad del líder. Un líder, ante momentos difíciles, escenarios adversos, de crisis o de tensión máxima, redirecciona esa energía y es capaz de convertirla en posibilidades y en ventajas aprovechando las circunstancias cambiantes.
En tiempos tan inciertos como este, es más necesario que nunca tener un faro que nos guíe. Un líder con carácter para defender aquello que es incómodo de defender, pero absolutamente necesario de proteger.
Urge que afloren líderes capaces de establecer hojas de ruta mucho más ágiles, que indiquen hacia dónde se quiere ir y definan sus propias capacidades, pero que toleren cambios y reformulaciones durante su ejecución.
Comparto algunos apuntes:
- Comportamiento directivo centrado en las personas.
- Liderar es innovar.
- Liderar es analizar y resolver problemas.
- Liderar es comunicar con persuasión, claridad y con un mensaje ilusionante, épico incluso, que genere entusiasmo, motivación y sobre todo alineamiento.
- Liderar con objetivos exigen tes y ambiciosos.
- Promoviendo el cambio y siendo agentes de cambio.
Finalmente, un aspecto central es priorizar lo importante de lo urgente. Y a veces esta tarea no resulta sencilla. El fundamental ejercicio de pensar y trabajar en el futuro sin estar sometido al estrés de la urgencia. La visión estratégica huye del corto plazo.
Liderar con visión aguda. ¡No al liderazgo piramidal o jerárquico, sí al liderazgo expansivo! Liderar con carisma, con influencia, con motivación inspiracional, con consideración individualizada y con estimulación intelectual. Liderar con desarticulación de los egos individuales. Liderazgo generoso y colaborativo. Liderar con grandeza y magnanimidad y liderar con alegría contagiosa.