German López Espinosa, Profesor de la Facultad de Económicas y director del Máster en Banca y Regulación Financiera de la Universidad de Navarra
Antonio Rubia Serrano, Profesor de la Universidad de Alicante
Los efectos de la concentración sobre la estabilidad del sistema bancario
La reciente bajada de tipos de interés al 0% por parte del BCE ha exacerbado la complicada coyuntura económica que atraviesa el sistema bancario. Por un lado, los reducidos tipos de interés de referencia para las operaciones de préstamo -en mínimos absolutos históricos- suponen una considerable merma en la rentabilidad de la actividad crediticia del sector. Así, no debe resultar sorprendente que los bancos españoles hayan recurrido en los últimos años a fuentes alternativas de ingresos como, entre otras, las provenientes de comisiones. Al mismo tiempo, los mayores requerimientos regulatorios y de supervisión impuestos en el sector tras la crisis financiera han supuesto nuevos costes para los bancos, originados en la necesidad de destinar mayores recursos humanos y técnicos para dar cumplimiento a estas obligaciones, realizar inversiones en sistemas de información, y contar con asesoramiento especializado externo.
Como resultado, el sector bancario se enfrenta a crecientes dificultades para rentabilizar su modelo tradicional de negocio. Salvo que la situación de bajos tipos de interés revierta en un horizonte de medio plazo -un escenario que, a fecha de hoy, parece cada vez más alejado- es muy probable que los bancos en España y en otros países desarrollados se embarquen en procesos de concentración sectorial mediante fusiones y adquisiciones. La conveniencia de esta estrategia obedece a una lógica económica inapelable: la concentración sectorial permitiría a los bancos generar mayores ingresos en un contexto de menor competencia y, al mismo tiempo, reducir sus costes operativos mediante sinergias y economías de escala. El problema de la baja rentabilidad eleva el tamaño mínimo necesario para que una entidad bancaria pueda subsistir. La falta de flexibilidad del mercado laboral de nuestro país, en términos de coste y tiempo necesario para implementar el ajuste, hace que este tamaño mínimo deba ser aún mayor, cosa que no sucede en marcados laborales más flexibles, como por ejemplo, el de Estados Unidos.
Por otra parte, desde un punto de vista de estabilidad del sistema, la estrategia de concentración podría tener ciertos beneficios aparentes en el corto plazo, dado que, en principio, ofrecería mayores garantías de subsistencia a las entidades que emergiesen del proceso de concentración. Sin embargo, en el largo plazo, la concentración también implica grandes riesgos para la estabilidad del sistema bancario. En España, donde tras la crisis ya existe un fuerte grado de concentración bancaria, este proceso podría desembocar en un escenario caracterizado por un número reducido de entidades financieras, con un tamaño masivo, altamente interconectadas y que operarían en condiciones virtuales de oligopolio. ¿Es deseable este escenario?
Los enormes costes del rescate a las grandes cajas de ahorros son un doloroso recuerdo del riesgo que para contribuyentes e inversores pueden suponer las entidades con un excesivo tamaño. En un reciente trabajo de investigación que hemos elaborado junto con los profesores Marina Balboa (Universidad de Alicante) y Antonio Moreno (Universidad de Navarra), se ha intentado determinar el umbral de tamaño que define empíricamente la importancia sistémica. Para ello, analizamos el sector financiero en Estados Unidos en el periodo 1990-2014, observando que en los bancos con activos superiores a 250.000 millones de dólares cualquier shock negativo se transmite al sistema financiero, lo que justifica los requerimientos regulatorios vigentes para esta clase de bancos. Por otro lado, en los bancos con un total de activos inferior a 100.000 millones de activos, encontramos que sólo los shocks de elevada magnitud tienen la capacidad para trasmitirse al sistema financiero y suponer una amenaza real para el sistema.
Esta evidencia, basada en los episodios sistémicos vividos en las últimas décadas, constituye una advertencia de los riesgos inherentes a los bancos con excesivo tamaño. Más aún, desde la perspectiva histórica, es extremadamente preocupante observar que la severidad del contagio sistémico se produjo en un entorno de menor concentración que el vigente en la actualidad. En Estados Unidos, con una población de 318 millones de habitantes, tras la crisis financiera existen 6.402 cooperativas de crédito, conocidas como “Credit Unions”, 4.660 grupos bancarios clasificados como “Bank Holding Companies” y 1.905 grupos bancarios clasificados como “Commercial Banks”, lo que supone una mayor dispersión sectorial en términos relativos que la existente en España. La dirección en la que todo parece indicar que se moverá la industria bancaria española en los próximos años se adentra en terra incognita y plantea interrogantes que no deben infravalorarse. En un contexto de excesiva concentración bancaria, el efecto que tendría una nueva crisis bancaria sobre la estabilidad del sistema y la efectividad de las herramientas disponibles para atajarla (planes de recuperación, planes de resolución, fondo de resolución bancaria, esquema de garantía de depósitos etc.) son inciertos, ya que los precedentes históricos pueden ser una base de estimación que infraestime la magnitud del problema.
Neel Kashkari, Presidente de la Federal Reserve Bank of Minneapolis, está estimulando el debate en Estados Unidos sobre el excesivo tamaño de los bancos. Para ello, propone evaluar la conveniencia de tres medidas alternativas como posible solución: promover escisiones en el sector bancario para reducir el tamaño de los bancos, incrementar el nivel de capital regulatorio, o desincentivar fiscalmente el endeudamiento. Desafortunadamente, ninguna de estas alternativas parece plausible en España dadas las circunstancias económicas actuales y las particularidades del mercado. Por ello, y ante la probable estrategia que emprenderán los bancos en los próximos años, se hace necesario analizar medidas centradas en delimitar un excesivo nivel de concentración dados los potenciales costes financieros derivados de una situación de inestabilidad bancaria. En este sentido, los bancos tendrían que tener presente que una futura solución factible si el grado de concentración resultase excesivo sería otorgar licencias bancarias a grupos extranjeros interesados en nuestro mercado, en el momento que se produzcan expectativas de subidas de tipos de interés, dada la importancia que ello podría tener para asegurar la estabilidad del sistema.
En definitiva, parece oportuno reflexionar y debatir las consecuencias negativas que sobre la estabilidad del sistema bancario español podrían tener un proceso de concentración excesiva en el sector, siendo conscientes que actualmente esta estrategia es posiblemente la única palanca de rentabilidad en esta industria.