J. R. Pin Arboledas, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Twitter, ¿rebelión a la española?
Si Ortega escribiera hoy La Rebelión de las Masas, no prescindiría de las redes sociales de Internet. La convocatoria electrónica masiva sería una de las claves de su análisis sociológico.
Desde el fin de semana pasado en España, mientras se celebra la campaña electoral con los candidatos oficiales, muchos ciudadanos se manifiestan por su cuenta. Objetivo: protestar contra la situación social y económica, contra los políticos y los banqueros.
Más de un analista se pregunta cómo es posible que hasta ahora no se hubieran producido movilizaciones, cuando se vislumbran cinco millones de parados. La convocatoria espontánea ¿es una respuesta? Parece que reúne a más gente que los sindicatos el 1 de mayo. ¿Es un primer despertar que desaparecerá tras la fiebre electoral o se convertirá en un tsunami que arrasará nuestro horizonte social?
El escepticismo español y la fortaleza de las instituciones, incluidas las europeas, hacen sospechar que el grito primaveral se convertirá en agua de borrajas. En Madrid hubo más gente en la Pradera de San Isidro. Pero España tiene una vena anarcoide para no despreciar. Es proclive a la utopía.
Hemingway definió nuestra Guerra Civil como la última que se realizaba por ideales. Por eso, no se puede echar en saco roto este indicio. Indicio (la manifestación twittera) al que se puede añadir que los políticos son los últimos o los penúltimos en la aceptación social, según las encuestas del CIS. El grito de los reunidos era: Viva la Democracia Participativa, Abajo la Democracia Representativa; y los garantes de esta última, los partidos, tienen que reflexionar.
La rebelión burguesa de la Transición está defraudando. Los partidos deben ser conscientes. No basta con las primarias (muchas bajo sospecha de manipulación del aparato); es necesario abrirse y encontrar cauces de participación directa.
Pero, sobre todo, hay que hacer políticas eficaces, eficientes, trasmitir limpieza, honradez y transparencia. En caso contrario, ¿adónde llegará el tsunami?