David Soler Crespo, Navarra Center for International Development, Instituto Cultura y Sociedad.
El fuel que mata miles de bebés cada año en Nigeria
Para cuando llegue el momento en el que su hijo aprenda a gatear, decenas de miles de bebés habrán fallecido en Nigeria. Tan solo en 2012 unos 16.000 murieron en su primer mes de vida debido a los efectos devastadores para la salud de los derrames de petróleo. Son muertes evitables. El 70%, unos 11.000, habrían sobrevivido al menos al primer año si no se hubieran visto expuestos a los hidrocarburos en su vida diaria, según el estudio The effect of oil spills on infant mortality: Evidence from Nigeria (El efecto de los vertidos de petróleo sobre la mortalidad infantil: el caso de Nigeria), publicado por el Navarra Center for International Development.
Cada año miles de neonatos mueren respirando y bebiendo hidrocarburos que atacan sus cuerpos. Hay algunos condenados a transportar enfermedades desde el génesis por el esperma contaminado de su padre y otros que lo contraen durante el proceso de gestación a través del cordón umbilical o el tejido de la madre.
Que el petróleo es dañino y mata lo sabemos tras años de investigaciones. Pero conocer cómo mata, a quién mata y dónde solo se puede llegar a saber si se otorga tiempo, confianza y recursos a investigaciones científicas que den a conocer una realidad escondida. Descubrir un problema es el primer paso para poder trabajar y combatirlo. La inversión en investigaciones que conlleven métodos empírico-analíticos es fundamental para luchar contra la pobreza y prevenir alarmantes tragedias humanas.
Nigeria, uno de los países más ricos en reservas petrolíferas, registró 6.637 vertidos entre 2005 y 2015. Ya sea debido a errores de mantenimiento, al vandalismo de las tuberías o a robos de fuel, los derrames abundan en el país. El estudio citado arriba indaga en los efectos que estos causan en aquellas familias que viven codo con codo con las reservas de fuel.
Los investigadores suizos Anna Bruederle y Roland Hodler, de la Universidad de St. Gallen, precursores del estudio, concluyeron que los derrames de petróleo doblan la tasa de mortalidad durante el primer mes de vida para aquellas madres que quedaron embarazadas después de un vertido, mientras que los efectos para aquellas en avanzada gestación eran mucho menores. También descubrieron que los niños que sobrevivían crecían con menor peso del que corresponde a su altura.
Investigaciones pioneras como esta son un ejemplo de la necesidad de invertir en estudios de calidad para descubrir realidades desconocidas. Solo con métodos empírico-analíticos podemos obtener los datos a partir de los cuales se puede formar una opinión ajustada a la realidad.
No podemos encontrar soluciones efectivas a problemas universales como la pobreza si no sabemos sus causas. Para prevenir tragedias humanas como la muerte de miles de bebés contaminados por el petróleo en Nigeria primero hay que saber que eso efectivamente ocurre, y para ello son cada vez más necesarias las investigaciones científicas.