Esther Galiana, Profesora de la Facultad de Económicas , Universidad de Navarra
Kung Fu y el ferrocarril
Algunos lectores recordarán la serie de Kung Fu donde David Carradine vagaba como alma en pena por el Lejano Oeste huyendo y haciendo el bien. Sólo pretendo recordar unas escenas donde nuestro monje Shaolin se une a compatriotas chinos que construyen las vías del ferrocarril.
Esta escena, aparentemente extraña, sólo reflejaba la realidad de esa época, cuando miles de obreros chinos emigraron a Estados Unidos a trabajar en el ferrocarril y en otras actividades, especialmente en la zona de California.
Puede que hoy estemos a las puertas de un fenómeno algo similar en occidente, con la entrada de grandes empresas constructoras chinas. Desde hace unas décadas, China ha protagonizado una potente incursión de sus empresas fuera de sus fronteras, especialmente en África. China ha ejercido su influencia en África a través del comercio internacional, de ayudas gubernamentales y de la inversión extranjera directa en el continente.
Esta relación chino-africana tiene su explicación: ¿qué tiene África que no tiene China? Recursos naturales en abundancia. ¿Qué tiene China que no tenga su socio del sur? Financiación, mano de obra con mayor cualificación y tecnología. La ayuda internacional china se da a través de créditos blandos, asistencia técnica, y otras medidas. Esto ha permitido a China jugar un importante papel en el desarrollo de las infraestructuras de la región, especialmente en energía, telecomunicaciones y transporte. Y, como en Estados Unidos "en tiempos de Kung Fu", cuando uno se adentra en ciertos países africanos es relativamente fácil encontrar trabajadores chinos en obras donde esperaba encontrar locales.
En el ránking de Fortune 500, seis compañías chinas se encuentran entre las 15 mayores empresas de construcción e ingeniería del mundo. Por supuesto, cuatro españolas también están en la lista: ACS, Acciona, Ferrovial y FCC. Pero hasta hace poco, las empresas chinas, con gran participación estatal, operaban principalmente en su mercado local y en regiones como África, Asia, Oriente Medio y América Latina. El problema es que ahora parece que su estrategia internacional pasa por expandirse en regiones como Europa y Estados Unidos.
¿Qué ventaja competitiva tienen frente a la competencia? Probablemente el factor económico es el que más juega en su favor. Son capaces de presentar una propuesta global que, además del proyecto en sí, combina la ayuda económica con la asistencia técnica, de modo que resulten condiciones suficientemente atractivas para que un gobierno se incline a su favor. Especialmente si se trata de países de Europa del Este o de América Latina.
Distintas actitudes
Ante un nuevo competidor caben distintas actitudes: 1) esperar que no se materialice la amenaza; 2) imitar en lo posible su ventaja competitiva; 3) impedir su expansión a través de medios lícitos; o 4) tal vez intentar una alianza estratégica (el conocido "al enemigo hay que tenerle cerca"). La primera actitud es la propia de la avestruz y, por tanto, no muy recomendable.
La segunda requiere un autoanálisis de la empresa y de su entorno que probablemente pueda traducirse en mejoras, pero al final habrá que reconocer que la ventaja competitiva china no es directamente replicable para una empresa occidental. La tercera opción es intentar frenar la invasión a través de barreras legales y regulatorias, exigiendo un estricto cumplimiento de los estándares laborales y medioambientales, denunciando prácticas anticompetitivas, … de modo que se compita en igualdad de condiciones en el mismo terreno de juego.
La cuarta estrategia pasa por crear alianzas o acuerdos estratégicos con estas empresas para acudir a licitaciones en nuestros mercados objetivo. Pero no sólo eso, esa alianza también puede ser una posible entrada a uno de los mercados más grandes del mundo de la mano de un socio local experto.
El Banco Mundial ha elevado el crecimiento esperado de China al 9,5% para el 2010 por lo que se espera que el mercado interno experimente una fuerte demanda, acompañado por una inversión en infraestructura parecida en términos absolutos a la inversión del 2009. Esto puede representar una oportunidad para las empresas no chinas, especialmente en estos años de sequía, aún teniendo en cuenta las dificultades de hacer negocios rentables en este país.
Volviendo a Kung Fu, su venerable maestro le enseñó el estilo del tigre. Este 2010 es el Año del Tigre, año de buenos auspicios para los empresarios, que hacen mucha falta para afrontar este entorno tan complicado y estos nuevos competidores.