Joseba Fernández Gaztea, Investigador y profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra
Crimea: una cuestión de conceptos
El autor indica que para entender lo ocurrido en Crimea hay que tener una visión poliédrica y preguntarse por qué Estados Unidos declina el liderazgo de la crisis
"Y es que es tiempo de crisis…" me suele repetir mi amigo. "…y toca preguntar y reflexionar: camino para progresar, único camino para progresar." Yo contesto con repelencia "crisis conceptual, crisis conceptual." Y así creo que es. Aquí y en Sebastopol. Aunque estos días, más en Sebastopol que aquí.
Las lentes desde las que se puede analizar el "affaire" Crimea son muchas. El poliedro es complejo, "multi-faceted" como escriben en Washington, D.C. Y desde nuestras pre-comprensiones cada cual repetimos nuestras preguntas preferidas. Si pensamos en geo política a mí me gusta preguntar porqué, hasta cuándo, y si conviene que Estados Unidos decline sentarse en el sillón del conductor en las crisis en las que su interés nacional no se ve tan amenazado como el ajeno. Su presidente, sus legisladores y sus ciudadanos están agotados de aventuras en ultramar y de su coste económico y humano, "blood and treasure". A eso se suma la voluntad de la administración Obama de perfilar la identidad pacífica –en su doble acepción– y no la atlántica del país. Diría yo que ni Rusia ni Europa son una verdadera prioridad de su política exterior, Henry Kissinger ha explicado repetidamente que "EL" reto de Estados Unidos en sus relaciones exteriores consiste en acomodar a China. ¿Estamos contentos con que continúe así? ¿Seguro? ¿Podemos hacer algo al respecto? Si pensamos en legalidad volvemos a discutir sobre Abjasia, Osetia del Sur y Kosovo. Y nos toca repasar el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, la opinión consultiva de 22 de julio de 2010 del Tribunal Internacional de Justicia, el Memorándum de Budapest de 1994, la Declaración de Alma Ata de 1991, el acuerdo de 1997 entre Ucrania y Rusia sobre la Flota del Mar Negro y el concepto de agresión, entre otros. Otras muchas perspectivas y preguntas son muy pertinentes. Por ejemplo, ¿Qué hay del mapa energético de Europa? ¿El volumen de comercio con Rusia? ¿La política europea de vecindad? ¿Y que hay del Donbass y otras zonas ruso parlantes y rusófilas? ¿Y del arsenal nuclear de Rusia? Otras preguntas son más "impertinentes". Por ejemplo, ¿Qué hay de los miembros de extrema derecha parte del actual gobierno de Ucrania? ¿El pasado de la líder del partido "Patria"?
Pero deseo llamar la atención sobre lo siguiente: por favor, repare Ud. en los conceptos. Repito: repare y profundice Ud. en los conceptos.
Porque las narrativas y los discursos que articulan los actos de las partes de esta crisis se articulan con conceptos, aquellos conceptos que integran la red semántica que sostiene el pensamiento político-jurídico-filosófico actual. Y es necesario conocerlos, entenderlos y tratar de ubicarlos en el momento histórico y en la corriente de la que se nutren para poder analizar, entender, criticar, innovar y aportar soluciones.
Si mi amigo nos acompañara en un tour por la galería conceptual político-jurídica de marzo de 2014 indirectamente nos explicaría una parte esencial de la realidad de la doctrina y pensamiento que fundamenta las palabras de Yatseniuk, Putin, Obama y Ashton. Y nos ayudaría a comparar los conceptos de marzo 2014 con el discurso del poder de épocas pasadas para así entender mejor las ventajas e inconvenientes de las soluciones actuales. Y enseguida surgiría una conversación sobre la oportunidad de concebir el poder político como un poder absoluto, por encima de la realidad, del bien y del mal, al margen del derecho, auto proclamado fundamento único de la legalidad. Y del error que supone crear campos autónomos para el derecho, la política, la economía, lo cual en última instancia puede aislarlos del contacto con conceptos antropológicos o filosóficos. Y de lo que hay de falaz en concebir la arena global como espacio de interacción de países concebidos como seres meta históricos, independientes destinados a completar el espíritu nacional que justifica su pasado, presente y futuro. Y, así llegaría el momento crucial de explicarnos el concepto de soberanía: sus raíces, la verdad y la mentira que encierra, su artificialidad y su incapacidad para constituir el fundamento de una teoría del gobierno ajustada a la realidad, justa y verdaderamente humana.
La explicación completa, la verdad de lo que está ocurriendo en Crimea, al igual de lo que ocurre con otras "relaciones internacionales", es inabarcable desde una sola disciplina. Menos con las pobres aproximaciones que frecuentemente se atentan desde distintas modalidades de la "teoría" de las relaciones internacionales. Y menos todavía con este artículo. Pero es necesario avisar: no existe, recuerda Ricoeur, un lugar conceptual neutro. Es necesario entender las palabras que se usan, la verdad y la mentira de las conceptualizaciones que sostienen puesto que, en cierto sentido, aquí y en Sebastopol, las palabras son lo más importante.