Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
La timidez como estigma, factor de riesgo del bullying
El acoso escolar o bullying es una forma de violencia, con la que el agresor pretende intimidar a su víctima ante la indiferencia y el silencio de sus compañeros de escuela, debido al miedo a ser ellos mismos los acosados.
El acosador “elige” a algún compañero-víctima que “desentone” de los demás, como pretexto para ser ridiculizado. Los “candidatos” a ser acosados tienen algunos rasgos de personalidad comunes, que constituyen factores de riesgo: falta de confianza en sí mismos; timidez excesiva; vulnerabilidad emocional y mucha dependencia del entorno familiar.
La inseguridad hace que el tímido tema la mirada y el juicio de los demás. Cada episodio de timidez le induce a despreciarse a sí mismo, disminuyendo su autoestima, por lo que tiende a aislarse. La timidez moderada no es patológica; es simplemente un rasgo de personalidad con el que el tímido se siente bien, y que está ligada a una determinada actividad profesional, con frecuencia de tipo artístico. Sólo es problemática cuando es desmesurada, convirtiéndose en posible fobia social.
Lo que más hace sufrir al tímido no es la timidez en sí misma, sino que sea considerada por los demás como un estigma: una marca que es señal de deshonra. El estigmatizado merecería reprobación social porque su comportamiento es contrario a las normas del grupo. Es visto como raro, no solidario y no amistoso
¿Cómo un rasgo normal de personalidad llegó a ser visto como un estigma social?
La timidez ha estado considerada tradicionalmente como un problema de conducta. Se pensaba que el aislamiento y el silencio habitual del niño tímido era una anomalía. El estigma de la timidez creció porque -como señala Flavio Bastos- la cultura occidental, basada en una psicología de la dominación, idealizó un perfil de persona que habla mucho y piensa poco. En este modelo social la persona tímida es estigmatizada porque no se comunica con otras personas conforme al paradigma ideal de la extroversión.
El extrovertido tiene tan buena opinión de su propia forma de ser que siempre intenta “curar” a sus amigos tímidos. Ignora que –como descubrió Carl Gustav Jung- cada persona puede ser caracterizada como introvertida o extrovertida, sin que ninguna de las dos actitudes sea mejor que la otra.
La timidez moderada y asumida como un rasgo normal de la personalidad no solo no es problemática, sino que tiene algunas ventajas.
Varios estudios recientes concluyen que uno de los grupos sociales más poblado es el de los tímidos, hasta el punto de que todos seríamos tímidos en algún grado y en ciertas situaciones, como por ejemplo, hablar en público, ser entrevistado, pedir una hoja de reclamaciones o solicitar un aumento de sueldo. Este hallazgo invita a reconsiderar la imagen social de la timidez. Ahora que sabemos que casi todos somos tímidos, ¿quién podría sostener que somos anómalos?.
Afortunadamente, a la timidez se le empieza a atribuir ya un valor social frente a la “cultura” del exhibicionismo y del espectáculo. Hoy se aspira a una sociedad que valore el pudor y el retraimiento en las formas.
La timidez propicia la reflexión y la actitud de mirar dentro de uno mismo, dejando lo externo en un segundo plano. Por eso el tímido suele tener una personalidad más profunda que la de las personas muy primarias y osadas.
Los tímidos saben esperar, que es saber vivir en el tiempo. Tienen la sabiduría de dar tiempo al tiempo. Su pausado y paciente ritmo de vida les permite conocer mejor a los demás. Saben escuchar con atención y sin prisas. Por este motivo suelen ser buenos confidentes.
La timidez no sólo no impide la emergencia del talento, sino que lo estimula. Los tímidos suelen ser muy innovadores. Muchos triunfadores probaron que la personalidad de un líder, o de un genio no es necesariamente extrovertida, espontánea y carismática. A Alfred Hitchcock su timidez le llevó a dirigir películas de miedo y suspense; a Agatha Christie a escribir novelas sobre crímenes con personajes opuestos a ella; a Mark Zuckerberg, a crear Facebook; a Johnny Depp a ser un gran actor de cine.
Uno de los recursos preventivos más eficaces de la timidez desmesurada es ayudar al niño a descubrir en sí mismo algún talento oculto y darle la oportunidad de cultivarlo. En un documental canadiense titulado “Timidez” se ve como una profesora corrige ese rasgo promoviendo la escondida capacidad de una niña para la danza, y animándola a que haga demostraciones en las fiestas de la escuela. Todo un ejemplo para que los profesores actuales intenten liberar a los alumnos tímidos del opresor estigma de la timidez y de sus consecuencias.