Martín Santiváñez, Investigador del Navarra Center for International Development de la Universidad de Navarra
Resistencia pacífica
Los herederos de Chávez han dado un golpe de Estado en Venezuela. Y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) acaba de avalar en Lima la dictadura chavista. La Cumbre convocada de manera apresurada por Ollanta Humala para legitimar al delfín del chavismo es una muestra clara de hasta qué punto numerosos gobernantes y movimientos políticos latinoamericanos se sienten en deuda con Caracas. La billetera dadivosa del Comandante es una poderosa razón que emerge de ultratumba para explicar el triste comportamiento de varios presidentes latinos.
Unasur, uno de los engendros geopolíticos del socialismo del siglo XXI, ha cumplido su misión favoreciendo la transformación de la dictadura de Maduro en un peronismo tropical. La militarización del chavismo es clara. Maduro sabe que sólo con el respaldo de los pretorianos sobrevivirá a la presión interna. Por eso ensalza al pretorianismo cada día, repite el mantra de "Gobierno cívico-militar" y amenaza a sus rivales con el fusil para después clamar: "¡Paz!, ¡paz!, ¡paz!". Esta bipolaridad "sólo es posible en el socialismo", como rezan los lemas de la campaña chavista.
Sí, porque es el socialismo latinoamericano supuestamente posmoderno, abierto y democrático el que ha optado por cerrar filas con Maduro y apuntalar su autocracia. Es comprensible que Sebastián Piñera, un hombre que a duras penas ha logrado sobrevivir
a su frente interno, naufrague en este tipo de aquelarres internacionales. Lo de Santos tampoco sorprende. A un líder como él, ensamblado orgánicamente para el poder, no le conviene un vecino inflamable, menos con las FARC de por medio. Y todos sabíamos que Humala tiene una vieja deuda con el chavismo, pero nada hacía sospechar que ésta fuera tan alta. Los verdaderos muñidores de la declaración de Lima son los presidentes socialistas que tanta admiración despiertan en un sector de la opinión pública.
Tras esta Cumbre de Unasur es bastante obvio que Correa, Evo Morales, Mujica, Dilma Rousseff (y su mentor, Lula), CFK y el largo etcétera de los usufructuarios de la revolución bolivariana que fueron apoyados económicamente por Chávez, han decidido sostener el saqueo del Estado venezolano con este gesto de compadrazgo. El reduccionismo electoral en el que se apoyan los propagandistas del chavismo es indefendible. La democracia es mucho más que una elección amañada. Latinoamérica no debe permitir que se consolide el fraude chavista. Sólo la audacia y el apoyo externo salvarán a la oposición. Y la resistencia pacífica, alentada por los demócratas de todo el mundo. Capriles tiene que resistir en las calles sin violencia, pero consciente de que estas semanas son vitales para evitar la prolongación de una dictadura que ha dividido a todo el continente empleando el dinero negro de la corrupción.
No nos engañemos. No sólo los venezolanos comprometen su futuro. Está en juego la libertad de toda Latinoamérica, amenazada por el radicalismo maniqueo que se financia desde Caracas. Y por esa libertad, como bien decía Bolívar, vale la pena luchar.