Rafael Andreu y José Mª Rosanas , Profesores del IESE, Universidad de Navarra
Empleados desechables
Un artículo en Businessweek ("The disposable worker") describe cómo muchas empresas responden a la recesión tratando de eliminar costes fijos y convierten gran número de empleos en temporales. La proporción de personas en nómina baja aceleradamente y la cotización de las empresas de trabajo temporal crece.
Expertos aseguran que la tendencia es imparable e irreversible: eso de un trabajo estable para toda la vida no tiene sentido; hay que acudir al mercado de trabajo y vender allí tus habilidades o talento para los que haya demanda. Después, cada uno a su casa. Sin embargo, la vuelta a casa hasta la siguiente ronda de mercado no tiene lugar en las mismas condiciones para una y otra parte. A corto plazo, la empresa se va más satisfecha que la otra. A largo, ambas partes van a salir perdiendo.
¿Por qué? Hay aspectos evidentes: con incertidumbre acerca de si uno tendrá o no trabajo mañana o la próxima semana la carrera profesional del empleado es una zozobra. Menos calidad de vida, motivación y compromiso con la(s) empresa(s) con la(s) que trabaje. Las empresas consiguen flexibilidad: pueden ajustar sus plantillas a las necesidades de cada momento, librándose de un coste fijo más molesto que nunca en estos tiempos.
Pero hay otro, más de fondo, que debería disparar las alarmas: por esta vía, perderemos eso tradicionalmente llamado lealtad. Según el profesor Cappelli, de Wharton, este concepto se ha perdido para siempre. Mala cosa: la lealtad se fundamenta en la confianza entre empresa y empleado, y hace que el aprendizaje de este sea algo natural que a la larga desemboca en un conocimiento que potencia la competitividad de la empresa cuando es distintivo y característico de su cultura.
Sin lealtad las empresas serán menos competitivas. Serán más del montón y su aportación tendrá menos valor: eso no nos llevará a la tan necesaria competitividad a largo plazo. Quizá a corto: ajustar plantillas reduce el coste, pero es tan miope... Necesitamos conocimiento nuevo, diferenciado y competitivo, lo cual exige aprendizaje enfocado e idiosincrásico en la empresa. Y eso no se logra con empleados de usar y tirar, pues por naturaleza las personas no son usables ni desechables. A ver si nos aplicamos el cuento.