Joaquín Calvo, Profesor de Derecho Canónico
Empeño en tomar partido
Estamos en pleno periodo electoral. La responsabilidad social y política nos reclamará en unos días el ejercicio del voto. Ver cómo tanta gente sencilla o cultivada se arremanga con entusiasmo para defender unas ideas, y tratar de aportar soluciones a los problemas sociales no resueltos, mueve y remueve la conciencia de muchos.
Algunos, en algunos ambientes, pueden pensar: ¿dentro del clero no habrá algunas personas preparadas para actuar en una actividad de tanta trascendencia para el bien de todos? Pero, aunque tuvieran experiencia pasada y preparación adecuada, si son pastores en la Iglesia, deben evitar entrar en la arena política. No se han hecho sacerdotes para «participar activamente en los partidos políticos». Ni siquiera por causas tan justas como éstas. Su tarea tiene aún mayor amplitud y profundidad. Y esto último es lo que no puede desbaratarse. Los pastores de la Iglesia lo son para estar abiertos a todos, sin excepción. El propio ministerio eclesial exige dejar para otros la actividad propiamente política.
Es verdad que en algunas situaciones de excepción y graves, para defender el bien común o los legítimos derechos de la Iglesia, se podría actuar de otro modo, aunque los riesgos y las consecuencias fácilmente negativas, son evidentes. Pero los clérigos no deben decidir por sí mismos algo tan delicado. En situaciones semejantes, la autoridad eclesiástica es la competente para garantizar una decisión ajustada.