Javier Marrodán, Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra
Fernando Pérez Ollo, un periodista enciclopédico
Con la muerte ayer de Fernando Pérez Ollo (Pamplona, 1939) desaparece un periodista irrepetible, un maestro de periodistas y un escritor concienzudo y enciclopédico. Estudió Periodismo en la Universidad de Navarra entre 1965 y 1968, en una promoción de la que también formaban parte Jesús Ceberio (más tarde director de EL PAÍS), Ángel Arnedo (luego director de El Correo), Justino Sinova o José Luis Orosa. Se había incorporado a la redacción de Diario de Navarra el 28 de diciembre de 1963, antes por tanto de empezar la carrera. Se estrenó con un suceso -un accidente con un muerto en la localidad de Gulina- y en pocos años ya se desenvolvía con soltura en todos los géneros.
La crítica musical fue quizá su especialidad más constante, pero escribió crónicas de todos los calibres, entrevistas memorables, reportajes de calado etnográfico y cientos de editoriales, incluido el que abrió la edición del 23 de agosto de 1980, pocas horas después de que ETA acribillara a tiros a José Javier Uranga -el director de Diario de Navarra- en el aparcamiento del periódico. Fernando Pérez Ollo fue el director en funciones durante la larguísima convalecencia de su compañero. Compaginó su trabajo en la redacción con la docencia, y entre 1968 y 1983 enseñó en la Universidad de Navarra las claves de la escritura periodística a varias generaciones de futuros profesionales. Escribió además libros de temas muy diversos -las ermitas de Navarra, la plaza de toros de Pamplona, recorridos paisajísticos...-, coordinó la Gran Enciclopedia Navarra y colaboró en muchas de las iniciativas culturales que le salieron al paso. Cuando hace siete años cumplió los 65, optó por seguir trabajando en el periódico. Muchos de los editoriales salidos de su pluma en esa prórroga de su vida laboral han ofrecido a los lectores de Diario de Navarra una brújula rigurosa para navegar con ciertas garantías en el mar tantas veces embravecido de la actualidad.
Sin embargo, quienes han tenido la suerte de tratar a Fernando Pérez Ollo más de cerca no le recordarán por su erudición o por su memoria oceánica sino por el cariño que dispensó a los más allegados, con independencia de su origen o condición. Podía hablar de tú a tú con un catedrático de latín, con un académico de la Lengua o con el responsable del Archivo Diocesano, pero también con el mayoral de una ganadería legendaria, con un pastor curtido por todos los vientos de la Bardena o con el último becario llegado a la redacción.