Esther Galiana, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Navarra
Pensionista: consumidor de "Oro"
Estos días se está discutiendo mucho sobre la reforma del sistema de pensiones, la insostenibilidad del esquema actual, el retraso de la edad de jubilación, etc.
Existe una preocupación real por nuestro sistema de pensiones y su financiación a largo plazo y son necesarias reformas estructurales. Una radiografía de la actual población española, proporciona el siguiente panorama: población estimada en 46 millones de personas; de éstas, 18,5 millones están ocupadas, es decir el 40%; los parados representan el 10%, 4,6 millones de personas, mientras que los pensionistas suponen casi 8 millones, un 17% de la población total.
Por tanto, el peso de los pensionistas, con el gasto de transferencias actual y futuro que ello supone, es preocupante por múltiples motivos. Sin negar esta realidad, conviene reconocer que las personas que perciben una pensión hacen su peculiar contribución a sostener la economía española, especialmente desde que se inició la crisis. Me explicaré.
El patrón de consumo de un retirado se caracteriza por una contracción del gasto, paralela a la disminución de los ingresos frente a su etapa de ocupación profesional anterior. Sin embargo, la tercera edad constituye un segmento poblacional creciente y atractivo para las empresas. En el argot de marketing estos consumidores reciben distintas denominaciones biensonantes: "Grey", "Golden", "Senior", "Oro", ... En su mayoría disfrutan de una pensión pública que puede estar complementada con ingresos de otras fuentes. Es decir, unos ingresos recurrentes y –si no quiebra el sistema– confiables. Las empresas han desarrollado productos ad hoc para la población mayor, destinataria de nuevas propuestas de ocio, salud… Estamos, en definitiva, ante un nuevo consumidor, más conservador, pero consumidor al fin y al cabo. Y ese consumidor de "Oro" está aquí para quedarse.
Otro aspecto destacable es el crecimiento del consumo del segmento "Oro" frente a la caída del consumo total y de otros segmentos. Según la última Encuesta de Presupuestos Familiares, el gasto medio por hogar español disminuyó progresivamente desde 32,000 € en 2007 hasta 30.410 € en 2009. Sin embargo, el gasto medio de los hogares donde el sustentador principal es jubilado o retirado subió de 24.991 a 25.920 €en el mismo periodo. Es decir, los hogares de personas empleadas y paradas disminuyeron el consumo notablemente mientras que los hogares de jubilados aumentaron el consumo en ese mismo período.
Por consiguiente, este segmento poblacional ha contribuido a sostener la demanda de productos y servicios en un tiempo de sequía para las empresas. Como decía una persona recientemente jubilada: "No pienso cambiar mis hábitos de consumo, así ayudaré a mi manera a la economía española". Y, por supuesto, a la economía del barrio, donde revierte el aperitivo, la prensa, la peluquería, la compra…
Existen otras contribuciones económicas y sociales a corto plazo que merece la pena resaltar. Está creciendo el número de hogares donde el sustentador principal es mayor de 65 años, con hijos e incluso nietos a su cargo. Las razones son diversas: la dificultad para iniciar la vida laboral, la tendencia a alargar los estudios... Y en este período de crisis se produce el fenómeno "vuelta al hogar paterno": el paro obliga a los hijos a volver junto con su familia a casa de los abuelos. La importancia de la red familiar en España permite este tipo de recursos.
Por tanto, las transferencias a las personas mayores, a veces vistas únicamente en su vertiente de gasto, tienen también un componente dinamizador de la economía. Se convierten de manera rápida en consumo de bienes y servicios, para sí mismos y, en esta época especialmente, para sus familias. Además, se emplean en cuidados de salud propia que aligeran de esta carga a familiares y al Estado. Contribuyen a soportar las subidas que estamos padeciendo para aliviar las arcas del Tesoro: luz, IVA, impuestos locales…
Por eso vale la pena que se reconozca y estudie la contribución de este grupo poblacional a la economía y a la creación de riqueza, y que se asegure su poder adquisitivo digno. Y esto, independientemente de que haya que hacer las reformas pertinentes en materia de pensiones, que son muchas, y que necesariamente deben incluir un mayor fomento de la previsión privada. Veremos cómo acaba este proceso, cuál es el producto final y deseemos suerte estos días al nuevo "mediador", el exministro Jesús Caldera.